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28 de julio de 2025 a las 09:45

Abre los ojos: México te necesita

En México, la indiferencia nos ciega. No la ceguera médica, sino la ceguera social, la que nos impide ver el sufrimiento silencioso de millones que viven en la penumbra. Las cifras son contundentes, casi 80% de los casos de discapacidad visual podrían evitarse, y aún así, seguimos tropezando con la misma piedra, ignorando un problema que crece como una sombra. Más de 3% de la población mexicana, millones de personas, luchan contra la falta de visión, un obstáculo que les impide disfrutar plenamente de la vida. En las comunidades rurales e indígenas, abandonadas a su suerte, la situación es aún más crítica. La falta de acceso a servicios oftalmológicos básicos condena a miles a una vida en la oscuridad.

¿Y cuáles son las causas de esta epidemia silenciosa? Las mismas de siempre: errores refractivos sin corregir, cataratas que nublan la vista, glaucoma que roba la luz, retinopatía diabética, reflejo de otra enfermedad que asola al país, la diabetes. Conocemos el diagnóstico, sabemos la cura, pero la medicina no llega. Carecemos de una política pública integral que priorice la salud visual, que garantice el derecho a ver.

Imaginen el impacto de una simple cirugía de cataratas en la vida de una persona mayor. La independencia recuperada, la alegría de volver a ver el rostro de sus seres queridos. Imaginen a un niño que puede leer sin dificultad, que no tiene que repetir el año escolar por no ver el pizarrón. Son cambios profundos, transformaciones vitales, que dependen de algo tan básico como unos lentes, una cirugía oportuna. Programas sociales existen, sí, pero son gotas de agua en un desierto. Insuficientes ante la magnitud del problema.

Nos preguntamos entonces, ¿qué clase de justicia social construimos si no garantizamos el derecho a ver? ¿Cómo podemos aspirar a ser una sociedad del conocimiento si millones no pueden acceder a la información, si no pueden leer un libro, un contrato, o simplemente, la pantalla de su celular? No podemos seguir ignorando esta realidad. No podemos permitir que la ceguera, sea médica o social, nos siga robando el futuro.

Es urgente cambiar el enfoque. Debemos integrar la salud visual al sistema de salud pública, capacitar personal en las zonas más marginadas, llevar la atención oftalmológica a cada rincón del país. Distribuir lentes de forma masiva, priorizar las cirugías correctivas donde más se necesitan. La tecnología existe, los recursos también. Lo que falta es voluntad política, la decisión de ver, de actuar, de construir un México donde todos puedan ver el futuro con claridad.

Compartimos el ranking con países como Brasil, Argentina, Colombia y Perú, una lista que nos debería avergonzar. La Organización Mundial de la Salud y la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera nos recuerdan la prevalencia de la discapacidad visual, un recordatorio constante de nuestra inacción. En un país de ingresos medios-altos, muchas de estas causas son evitables o tratables. El Día Internacional del Autocuidado, que se celebra cada 24 de julio, es una oportunidad para recordar, no solo al gobierno, sino a cada uno de nosotros, la importancia de cuidar nuestra salud visual.

Afortunadamente, existen iniciativas que nos devuelven la esperanza. Empresas como Medical Dimegar, con su apoyo a jornadas de cirugías de cataratas y su colaboración con programas como "Ver por México" e "IMSS Bienestar", demuestran que la solidaridad y el compromiso pueden marcar la diferencia. Su aporte de sillas de ruedas para las jornadas oftalmológicas facilita el acceso a la atención médica y permite que cientos de personas recuperen no solo la vista, sino también su vida cotidiana.

La ceguera, insisto, no siempre está en los ojos. Muchas veces está en la miopía social, en la falta de visión de un país entero. Es hora de abrir los ojos, de ver la realidad, de actuar.

Fuente: El Heraldo de México