La tragedia ha teñido de luto las cristalinas aguas del Adriático. Una tarde de verano, que prometía risas y chapuzones bajo el sol croata, se convirtió en una pesadilla en el parque acuático Aquagan de Makarska. La imagen idílica de familias disfrutando del ocio se quebró con el desgarrador grito que anunciaba la caída de una pequeña de tan solo un año y medio desde un tobogán. Testigos presenciales narran la escena con una mezcla de horror e impotencia: el padre descendiendo con su hija en brazos, el repentino resbalón, la caída de casi cuatro metros contra el implacable concreto, y el silencio posterior, roto solo por los sollozos.

La rápida intervención de un médico presente en el parque, que inició las maniobras de reanimación cardiopulmonar, ofreció un fugaz destello de esperanza. La pequeña reaccionó, un pequeño suspiro de vida que aferró los corazones de todos los presentes. La llegada del helicóptero medicalizado, trasladando a la niña al hospital más cercano, alimentó la esperanza de una recuperación milagrosa. Desde allí, dada la gravedad de sus heridas, fue derivada al Centro Hospitalario Clínico de Rijeka, un centro especializado en trauma infantil, donde un equipo de expertos luchó incansablemente por su vida.

Sin embargo, el traumatismo craneoencefálico severo y las lesiones internas, producto del brutal impacto, resultaron ser demasiado graves. A pesar de los denodados esfuerzos del personal médico, la pequeña no pudo superar la noche. En la madrugada, el comunicado del hospital confirmaba el fatal desenlace, sumiendo a la comunidad de Makarska en un profundo dolor. El alcalde, Zdenko Jakuc, visiblemente consternado, expresó el sentir de toda una ciudad, asegurando que este tipo de incidentes jamás se habían registrado en el parque, y que el tobogán en cuestión llevaba más de dos décadas en funcionamiento.

Ahora, las preguntas se agolpan en busca de respuestas. ¿Estaba el tobogán habilitado para niños tan pequeños? ¿Existían restricciones de edad o estatura claramente señalizadas? ¿Se cumplieron todos los protocolos de seguridad? La policía local ha iniciado una exhaustiva investigación para esclarecer las circunstancias del accidente y determinar las responsabilidades. Se analizarán minuciosamente todos los detalles, desde el diseño del tobogán hasta la supervisión del parque, para desentrañar si hubo negligencias que contribuyeron a la tragedia.

La sombra de la duda se cierne sobre Aquagan, que aún no ha emitido un comunicado oficial. La expectativa por su pronunciamiento y su colaboración con las autoridades es palpable. Mientras tanto, se debate la necesidad de revisar las normativas de seguridad en los parques acuáticos a nivel nacional, para evitar que una tragedia como esta vuelva a repetirse. Este doloroso suceso nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de extremar las precauciones, especialmente cuando se trata de la seguridad de los más pequeños. El eco del llanto en Aquagan resonará por mucho tiempo en la memoria colectiva, como un triste recordatorio de una tarde de verano que terminó en tragedia.