
27 de julio de 2025 a las 09:15
México: ¿Hacia dónde vamos?
La aparente estabilidad del proyecto político de Morena se tambalea sobre una base cada vez más frágil. Mientras la atención se centra en las disputas internas y los escándalos que salpican a figuras como Adán Augusto o Hernán Bermúdez, la verdadera crisis se gesta en las entrañas de un sistema económico al borde del colapso. La estrategia de los 10 días, esa apuesta cínica a la memoria efímera del pueblo, ya no alcanza para ocultar la magnitud del problema. La corrupción, la violencia, el deterioro de la educación, la falta de medicamentos… la lista de carencias se extiende como una sombra ominosa sobre el futuro del país.
Morena se aferra a la ilusión de que el control del poder es la llave maestra para resolver todos los males. Desmantelan instituciones, silencian voces críticas y concentran recursos en programas clientelares, convencidos de que la maquinaria propagandística puede eclipsar la realidad. Pero la realidad, terca e implacable, se abre paso a través de las grietas del discurso oficial.
El presupuesto de 2025 es un espejo que refleja la precariedad de las finanzas públicas. El crecimiento económico se estanca, la deuda pública se dispara y el peso de los programas sociales asfixia las arcas del estado. Mientras tanto, sectores cruciales como salud y educación se ven sometidos a recortes drásticos, sacrificados en el altar del clientelismo político. Los proyectos faraónicos heredados del sexenio anterior, como el Tren Maya o Dos Bocas, se convierten en agujeros negros que devoran recursos sin generar beneficios tangibles para la población.
La incertidumbre económica se agrava con la tensa relación con Estados Unidos. La amenaza de aranceles y la posible renegociación del T-MEC generan un clima de desconfianza que ahuyenta la inversión y paraliza el crecimiento. El sector privado, expectante y cauteloso, se resiste a apostar por un futuro incierto.
Y en el centro de este escenario de crisis, se encuentra el elefante en la sala: la innegable conexión entre el poder político y el narcotráfico. Estados Unidos, preocupado por la creciente inestabilidad en su frontera sur, presiona para que México rompa con este nexo perverso. Pero para Morena, la supervivencia política prevalece sobre cualquier otra consideración. Entregar a sus propios implicados en el narcotráfico significaría el colapso de su proyecto de poder.
La encrucijada es inequívoca. La presidenta Sheinbaum se enfrenta a una decisión crucial: priorizar la estabilidad del país o proteger los intereses de su partido. El futuro de México pende de un hilo, y el tiempo se agota. No se trata de un problema a futuro, sino de una realidad apremiante que exige respuestas inmediatas. ¿Estará la presidenta a la altura del desafío? ¿O sacrificará el bienestar de la nación en el altar del poder? El tiempo lo dirá.
Fuente: El Heraldo de México