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27 de julio de 2025 a las 09:20

Influencia China: La Salida de EE.UU. de la UNESCO

La salida de Estados Unidos de la UNESCO en 2018, bajo la administración Trump, resonó como un portazo en los pasillos del multilateralismo. Más allá de la retórica aislacionista que caracterizó aquel periodo, la decisión dejó al descubierto una preocupante falta de visión estratégica. Desvincularse de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, no es un gesto neutral; es una renuncia a la construcción de puentes en un mundo que los necesita con urgencia. La UNESCO, desde su fundación en 1945, ha sido el crisol donde se forja el entendimiento intercultural, la defensa del patrimonio común y la promoción del conocimiento.

Imaginemos por un momento un mundo sin la UNESCO. ¿Quién protegería los tesoros arqueológicos que nos conectan con nuestro pasado? ¿Quién impulsaría la alfabetización en las comunidades más vulnerables, abriendo las puertas a un futuro mejor? ¿Quién promovería la libertad de prensa y el acceso a la información, antídotos contra la manipulación y la desinformación que asolan nuestro tiempo? La UNESCO no es una entidad burocrática ajena a la realidad. Es la guardiana de la memoria colectiva, la defensora del pensamiento crítico y la promotora de un diálogo global esencial para la paz y el desarrollo.

El argumento esgrimido por la administración Trump, centrado en un supuesto "sesgo antiisraelí", no solo resulta insuficiente, sino que desvía la atención del verdadero problema: la renuncia de Estados Unidos a su rol de liderazgo en la escena internacional. Mientras Washington se replegaba, otras potencias, con China a la cabeza, no dudaron en ocupar el espacio vacante. La geopolítica del siglo XXI se juega, en gran medida, en el terreno de la influencia cultural y el acceso al conocimiento. Abandonar la UNESCO es ceder terreno en esta batalla crucial, permitiendo que otras voces, con otros intereses, moldeen la narrativa global.

La paradoja es dolorosa: al intentar aislarse, Estados Unidos se aisló aún más, debilitando su propia posición en el tablero internacional. ¿Cómo puede un país aspirar a liderar el mundo si se automargina de los espacios donde se construyen los consensos, se debaten las ideas y se definen las agendas globales? La defensa de la libertad de expresión, la promoción de la educación y la protección del patrimonio cultural no son meros eslóganes; son principios que se defienden con acciones concretas, con presencia y compromiso en los foros multilaterales.

La UNESCO, como cualquier organización humana, no está exenta de imperfecciones. Pero la solución no es la deserción, sino la reforma desde adentro. El verdadero liderazgo se demuestra no evadiendo los problemas, sino enfrentándolos con determinación y buscando soluciones conjuntas. La retirada de Estados Unidos no solo debilitó a la UNESCO, sino que también erosionó la credibilidad del propio país como defensor de los valores universales.

En un mundo cada vez más complejo e interconectado, la cooperación internacional no es una opción, es una necesidad. La salida de Estados Unidos de la UNESCO fue un error estratégico de consecuencias aún incalculables. Un error que, esperemos, se corrija pronto. El mundo necesita el liderazgo de Estados Unidos, pero un liderazgo comprometido con el multilateralismo, con el diálogo y con la construcción de un futuro compartido.

Fuente: El Heraldo de México