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27 de julio de 2025 a las 09:15

Chicharito: ¿Machismo o malentendido?

El reciente caso de Javier "El Chicharito" Hernández y la reacción que provocaron sus declaraciones machistas nos abren una ventana a la compleja realidad social que vivimos. Más allá del escándalo mediático y la vorágine de la "cultura de la cancelación", subyacen cuestiones mucho más profundas que merecen un análisis más sosegado. ¿Es realmente la cancelación la herramienta adecuada para combatir el machismo? ¿O corremos el riesgo de caer en una simplificación excesiva del problema, desviando la atención de las verdaderas raíces del mismo?

La lucha contra el machismo es, sin duda, una batalla que debemos librar a diario. No se trata solo de condenar las expresiones abiertamente misóginas, sino de cuestionar los micromachismos arraigados en nuestra cultura, esos comportamientos sutiles que perpetúan la desigualdad y la discriminación. Es una labor de introspección y deconstrucción personal, que implica reconocer nuestros propios sesgos y prejuicios. En este sentido, las declaraciones de "El Chicharito" nos invitan a reflexionar sobre la persistencia de estas actitudes en nuestra sociedad, incluso en figuras públicas con gran influencia.

Sin embargo, la "cultura de la cancelación", si bien puede ser una expresión de la indignación colectiva, también presenta sus peligros. Corremos el riesgo de convertirla en un instrumento de linchamiento mediático, donde la presunción de inocencia queda relegada a un segundo plano. Además, la cancelación a menudo se centra en el individuo, dejando de lado el análisis del contexto social que propicia este tipo de comportamientos. ¿De qué sirve "cancelar" a una persona si no se abordan las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad?

La comparación con el caso de Cuauhtémoc Blanco resulta particularmente ilustrativa. Mientras "El Chicharito" enfrenta una ola de críticas por sus declaraciones, Blanco, acusado de un delito mucho más grave, parece gozar de cierta impunidad. Esta disparidad de reacciones nos lleva a cuestionar la selectividad de la indignación pública y la influencia de factores políticos en la "cultura de la cancelación". ¿Se aplica el mismo criterio a todos, o existen privilegios que protegen a ciertas figuras del escrutinio social?

Asimismo, es preocupante observar cómo la legislación diseñada para proteger a las mujeres de la violencia política de género se ha utilizado en algunos casos para silenciar la crítica y limitar la libertad de expresión. Este tipo de instrumentalización de la ley desvirtúa su propósito original y genera un clima de desconfianza en las instituciones. La lucha contra la violencia de género no debe ser utilizada como pretexto para coartar el debate público o perseguir a quienes ejercen su derecho a la crítica.

El trágico asesinato de Irma Hernández Cruz nos recuerda la cruda realidad que enfrentan muchas mujeres en nuestro país. Mientras nos perdemos en debates estériles en las redes sociales, la violencia machista sigue cobrando vidas. Es fundamental que enfoquemos nuestros esfuerzos en la prevención y erradicación de la violencia, exigiendo a las autoridades que cumplan con su obligación de proteger a las mujeres y garantizar su seguridad. No podemos permitir que la indignación selectiva y la "cultura de la cancelación" nos distraigan de la verdadera lucha: la construcción de una sociedad más justa e igualitaria para todas y todos.

Fuente: El Heraldo de México