El silencio que por tanto tiempo envolvió la opinión de Carlos Villagrán sobre la bioserie de Chespirito finalmente se ha roto en tierras peruanas. Acompañado por el bullicio de la prensa, y con la expectativa de su próxima presentación circense como Quico, Villagrán se enfrentó a la inevitable pregunta sobre "Sin Querer Queriendo". Su respuesta, aunque breve, resonó con la contundencia de quien prefiere que su trabajo hable por sí mismo. "Mi trabajo está ahí, ustedes juzguen", declaró, dejando en manos del público la valoración de su trayectoria en la televisión mexicana. Una postura que elude la polémica, pero que a la vez transmite la firmeza de quien se siente en paz con su legado.

Es evidente que el tema de la bioserie y las revelaciones que esta trajo consigo son terreno delicado. La sombra de Chespirito es alargada, y el respeto que Villagrán profesa por el fallecido comediante es palpable en cada palabra. "No puedo hablar mal de nadie, y menos de Chespirito, ya no está aquí para defenderse", afirma, demostrando una integridad que se agradece en un mundo a menudo dominado por el escándalo y la controversia. Esta negativa a entrar en el juego de las especulaciones no solo habla de su carácter, sino también de la compleja relación que existió entre los miembros del elenco del Chavo del 8, una relación que, como la vida misma, estuvo llena de luces y sombras.

Mientras la bioserie desgrana los entresijos de la vida de Roberto Gómez Bolaños, incluyendo sus romances, sus conflictos y las presiones de la fama, Villagrán elige un camino diferente: el del silencio respetuoso. Un silencio que, sin embargo, no deja de ser elocuente. Al no alimentar la polémica, al no entrar en el debate sobre la veracidad o la falsedad de lo retratado en la pantalla, Villagrán se distancia del ruido mediático y se centra en lo que, para él, realmente importa: su trabajo. Y es que, al final del día, son las risas del público, el cariño de la gente, los que verdaderamente validan una carrera.

"Que les vaya bien con el programa", deseó Villagrán, un gesto de aparente cordialidad que, sin embargo, deja entrever una clara intención de mantenerse al margen de la narrativa que se construye alrededor de la vida de Chespirito. Él ha elegido su propio escenario: el circo, donde el humor blanco y la nostalgia siguen conquistando corazones. Mientras la bioserie continúa generando debate y dividiendo opiniones, Villagrán, con la sabiduría que dan los años y la experiencia, prefiere el aplauso del público presente a la efímera gloria de la controversia mediática. Un silencio que habla más que mil palabras, un silencio que, en el fondo, es un homenaje a la memoria de quien fuera su compañero y amigo, un silencio que es, en sí mismo, una respuesta. El tiempo, como siempre, se encargará de poner todo en su lugar.