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26 de julio de 2025 a las 03:30

El último vuelo de Hollywood

La leyenda de Paul Mantz, el piloto que desafió los cielos de Hollywood, sigue cautivando décadas después de su trágica muerte. Mucho más que un simple acróbata aéreo, Mantz fue un visionario, un maestro de la precisión y un innovador que transformó la manera en que se filmaban las escenas aéreas en la época dorada del cine. Su nombre, sinónimo de audacia y pericia, se grabó a fuego en la historia de la aviación y el séptimo arte.

Desde sus inicios humildes, donde conducía un coche fúnebre para costear sus primeras lecciones de vuelo, hasta convertirse en el dueño de una impresionante flota aérea, la trayectoria de Mantz es un testimonio de su pasión inquebrantable por los aviones. Su osadía, a veces rayana en la imprudencia, como aquella maniobra temeraria cerca de un tren militar que le costó su puesto en la escuela de cadetes, fue el motor que lo impulsó a conquistar los cielos. Pero más allá de la audacia, Mantz poseía una habilidad excepcional: la precisión. No se consideraba un acróbata, sino un piloto de precisión, capaz de ejecutar las maniobras más complejas con una destreza milimétrica, un don que lo convirtió en el favorito de Hollywood.

Su legado en la industria cinematográfica es innegable. Desde las épicas batallas aéreas de "Hell’s Angels" junto a Howard Hughes hasta las majestuosas panorámicas de "This Is Cinerama" y "Seven Wonders of the World", Mantz fue el artífice detrás de algunas de las secuencias aéreas más memorables de la historia del cine. Su flota, Paul Mantz Air Services, una verdadera fuerza aérea privada, le permitió ofrecer a Hollywood una gama de aeronaves y una experiencia sin igual. Más de 250 películas contaron con su talento, consolidándolo como una figura indispensable en la meca del cine. Su trabajo no se limitó a la gran pantalla. Durante la Segunda Guerra Mundial, su contribución a la producción de películas de entrenamiento y propaganda militar fue crucial, trabajando codo a codo con estrellas como Clark Gable y Ronald Reagan.

La trágica ironía del destino quiso que su pasión, la que lo elevó a la cima, fuera también la causa de su final. El rodaje de "The Flight of the Phoenix", una película sobre la supervivencia y la reconstrucción, se convirtió en el escenario de su último vuelo. A bordo del Tallmantz Phoenix P-1, una aeronave experimental construida a partir de restos, Mantz intentó una maniobra de "touch-and-go" que terminó en desastre. El impacto contra un montículo de arena no detectado partió el avión en dos, acabando con la vida del legendario piloto. Las circunstancias que rodearon el accidente, incluyendo la presencia de alcohol en su sangre, siguen siendo objeto de debate, pero lo cierto es que la muerte de Mantz conmocionó a Hollywood y marcó un punto de inflexión en los estándares de seguridad de la industria.

La historia de Paul Mantz es un relato de pasión, audacia y tragedia. Un hombre que vivió y murió persiguiendo su sueño entre las nubes, dejando tras de sí un legado imborrable en la historia del cine y la aviación. Su nombre, sinónimo de precisión y valentía, continuará inspirando a generaciones de pilotos y cineastas. Más allá de la controversia que rodea su último vuelo, lo que permanece es la imagen de un hombre que desafió los límites del cielo, un pionero que transformó la forma en que vemos el mundo desde las alturas. Un verdadero titán de los cielos de Hollywood.

Fuente: El Heraldo de México