
26 de julio de 2025 a las 12:25
El adiós de Doña Mari: ¿Quiénes eran sus hijos?
La historia de María de Jesús Mundo conmueve y nos obliga a reflexionar sobre la soledad y la vulnerabilidad en nuestra sociedad. Durante tres largos años, esta mujer, cuyo rostro se grabó en la memoria de los trabajadores y usuarios de la Central de Autobuses de Puebla (CAPU), permaneció sentada en la misma banca, esperando un reencuentro que nunca llegó. Su vida, apagada por un paro respiratorio la noche del jueves 24 de julio, deja un vacío que resuena más allá de los fríos pasillos de la terminal.
Se sabe poco de su pasado, de las circunstancias que la llevaron a ese inhóspito lugar, convertido en su hogar a la fuerza. ¿Quiénes eran esos familiares que esperaba con tanta ansia? ¿Qué laberinto de desencuentros y desventuras la condujo a la CAPU, donde la vida transitaba a su alrededor sin tocarla realmente? Preguntas que, lamentablemente, quedarán sin respuesta, flotando en el aire como un eco silencioso.
Los testimonios de quienes la conocieron dibujan la imagen de una mujer reservada, de pocas palabras, pero con una mirada que transmitía una profunda tristeza. Acostumbrada a la indiferencia de la multitud que la rodeaba, María de Jesús se convirtió en parte del paisaje de la terminal. Su presencia, al principio quizás llamativa, terminó por fundirse con el bullicio y el trajín diario de la CAPU. Pasajeros apresurados, maletas rodando, anuncios por los altavoces… Un torbellino de actividad que contrastaba con la quietud de María de Jesús, anclada a su banca, a la espera de un milagro que nunca se materializó.
Sobrevivió gracias a la solidaridad de algunos empleados de la terminal y de viajeros ocasionales que, conmovidos por su situación, le ofrecían comida, bebida y alguna prenda de abrigo. Pequeños gestos de humanidad en medio de la vorágine, que le permitieron subsistir, pero que no lograron llenar el vacío de la ausencia, la angustia de la incertidumbre.
La noticia de su fallecimiento ha generado una ola de consternación y tristeza. Muchos se preguntan cómo es posible que, en una sociedad interconectada como la nuestra, una persona pueda desaparecer durante tres años sin dejar rastro, sin que nadie la busque, sin que nadie la reclame. La historia de María de Jesús Mundo pone de manifiesto la fragilidad de los lazos familiares, la invisibilidad de la pobreza y la soledad, y nos interpela como sociedad a reflexionar sobre la importancia de la empatía y la solidaridad.
¿Cuántos otros "María de Jesús" existen en nuestro país, esperando en silencio, en la sombra, una mano amiga que les devuelva la esperanza? Su historia no debe quedar en el olvido. Debe servirnos como un recordatorio constante de la necesidad de tender puentes, de construir redes de apoyo, de mirar a nuestro alrededor y reconocer la humanidad en cada rostro, incluso en aquellos que la sociedad ha marginado y olvidado. La historia de María de Jesús Mundo es una llamada a la acción, una invitación a construir un mundo más justo y solidario, donde nadie tenga que esperar solo en una banca durante tres años, con la esperanza de un reencuentro que nunca llega.
Fuente: El Heraldo de México