
26 de julio de 2025 a las 09:20
Despierta el Fuego Interior
La controversia generada por las declaraciones de Javier Hernández sobre la masculinidad pone en evidencia una preocupante realidad: la superficialidad con la que se debaten temas cruciales en nuestra sociedad. El futbolista, convertido ahora en una suerte de gurú de la autoayuda, se ha sumado a la creciente lista de figuras públicas que se pronuncian sobre roles de género, desencadenando una ola de reacciones viscerales en redes sociales. Lo que debería ser un espacio para el diálogo y la reflexión se transforma en un campo de batalla donde las palabras se lanzan como proyectiles.
El problema radica en la comprensión, a menudo sesgada y limitada, de conceptos como feminismo, machismo, masculinidad y patriarcado. Estos términos, cargados de connotaciones y significados complejos, se han convertido en detonantes emocionales. Se perciben como una provocación, incluso cuando no existe tal intención. La mayoría de las personas construye su conocimiento sobre estos temas a partir de opiniones ajenas, generalmente reactivas y carentes de fundamento. Se repiten argumentos sin comprender su origen ni sus implicaciones.
Así, encontramos a quienes critican el feminismo acusándolo de "odiar a los hombres", una afirmación simplista que ignora por completo la riqueza y la diversidad del pensamiento feminista. Pocos se toman el tiempo de investigar, de leer, de escuchar a las voces expertas. Se conforman con la información fragmentada y distorsionada que circula en las redes sociales, perpetuando estereotipos y prejuicios.
Lo mismo ocurre con el concepto de patriarcado. Muchos hombres lo interpretan como un ataque personal, una acusación directa de ser opresores por el simple hecho de pertenecer al género masculino. Esta visión reduccionista impide comprender la complejidad del sistema patriarcal, que nos afecta a todos y todas, perpetuando la desigualdad y la discriminación.
Esta falta de profundidad en el debate nos lleva a un callejón sin salida. ¿Cómo podemos abordar problemáticas tan graves como la misoginia y los feminicidios si los términos que las definen generan rechazo y resistencia? La superficialidad con la que se tratan estos temas impide un análisis serio y constructivo, dificultando la búsqueda de soluciones.
Es necesario ir más allá de la superficie, desarmar los prejuicios y comprender la complejidad de estos conceptos. No se trata de "tomar partido" de forma automática, sino de escuchar, investigar y reflexionar. Debemos fomentar una cultura del diálogo basada en el respeto y la comprensión mutua, donde las palabras se utilicen para construir puentes en lugar de levantar muros. La responsabilidad es compartida: tanto quienes emiten el mensaje como quienes lo reciben deben esforzarse por comprender el contexto, las nuances y las implicaciones de lo que se dice. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.
La controversia desatada por Chicharito, más allá de la anécdota, nos ofrece una valiosa oportunidad para reflexionar sobre la forma en que nos comunicamos y debatimos. Es un llamado a la responsabilidad, a la empatía y a la búsqueda de un diálogo constructivo que nos permita abordar los desafíos de nuestro tiempo. El futuro depende de nuestra capacidad para superar la superficialidad y construir un mundo más justo para todos y todas.
Fuente: El Heraldo de México