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25 de julio de 2025 a las 09:00

Revive la historia olvidada en la gran pantalla.

El cine, un espejo que refleja la riqueza cultural de México, muchas veces olvida las voces de sus pueblos originarios. Es como si una parte vital de nuestra historia se desvaneciera en la sombra, sin la oportunidad de resonar en la gran pantalla. Sin embargo, hay cineastas que, como faros en la oscuridad, iluminan con sus obras la belleza y la complejidad de estas culturas. Ismael Vásquez, con su ópera prima "Hilando Sones", nos regala una bocanada de aire fresco, un testimonio audiovisual de la resistencia y la recuperación de la memoria artística de su pueblo, San Pedro de los Amuzgos, en Oaxaca.

Imaginen la emoción de la comunidad al verse representada en la pantalla grande, escuchando su propia lengua, reconociendo sus rostros, sus paisajes, sus historias. Un momento de profunda conexión, de orgullo y de reafirmación identitaria. Para Vásquez, este ha sido el motor principal de su trabajo, una forma de demostrar que el cine indígena es posible, que la belleza puede florecer incluso en los contextos más adversos, donde la discriminación y el menosprecio son pan de cada día. Romper con ese "chip" mental que limita las aspiraciones de los pueblos originarios, esa creencia internalizada de que sus historias no importan, es un acto de rebeldía y de esperanza. Presentar "Hilando Sones" en festivales internacionales como el de Toronto es una victoria no solo para Vásquez, sino para todos aquellos que luchan por la visibilización de las culturas indígenas.

La historia de "Hilando Sones" nace de la infancia del director, de la música de Don Donato, un violinista que con sus melodías le permitía soñar e imaginar un futuro. La música de Don Donato, casi siempre interpretada sin público, resonaba en lugares sagrados de la comunidad, tejiendo una conexión invisible entre el pasado y el presente. La investigación para el documental se convirtió en un viaje de descubrimiento, una oportunidad para profundizar en las raíces de su propia cultura, para comprender la importancia de las danzas y los sones, y para conocer la historia de Lorenzo, el hijo de Don Donato, quien ha asumido la tarea de recuperar el legado musical de su padre.

San Pedro de los Amuzgos, un pueblo pequeño donde todos hablan la misma lengua, guarda en su interior un universo de conocimientos y tradiciones. Vásquez nos invita a asomarnos a este universo, a descubrir la riqueza de la cultura amuzga, a entender la importancia del telar, ese espacio donde las madres cuidan a sus hijos mientras tejen, donde se transmiten las historias y se formulan las primeras preguntas existenciales. La cultura, como un río, está en constante movimiento, experimenta momentos de crisis y de renacimiento. La muerte de Don Donato significó la pérdida de sones y danzas importantes, pero la perseverancia de Lorenzo, apoyado en grabaciones antiguas, ha permitido recuperar ese patrimonio cultural, demostrando que la tradición puede renacer de sus cenizas.

En un mundo globalizado, dominado por las redes sociales y la tecnología, Vásquez encuentra en el cine una herramienta poderosa para preservar y difundir la cultura de su pueblo. La tecnología, que a veces parece una amenaza para las tradiciones, se convierte en una aliada, permitiendo registrar las historias, la música y las danzas que antes solo se transmitían de forma oral. "Hilando Sones" nos invita a reflexionar sobre la importancia de la memoria, sobre el legado que dejamos a las futuras generaciones, y sobre la fuerza de la cultura para resistir al paso del tiempo. La película, que se puede ver en espacios como la Cineteca Nacional y la Casa del Cine, es una invitación a conocer la riqueza cultural de México, a escuchar las voces que a menudo son silenciadas, y a celebrar la diversidad que nos enriquece como nación.

Fuente: El Heraldo de México