
25 de julio de 2025 a las 22:00
Paolo: ¿Huesos rotos en el Izta?
La tragedia en el Iztaccíhuatl nos ha dejado a todos con un nudo en la garganta. La partida de Paolo Sánchez Carrasco, un joven de tan solo 14 años, ha conmocionado a la sociedad y ha desatado una ola de interrogantes que exigen respuestas. El video que él mismo grabó horas antes de su fallecimiento, donde expresaba la dificultad del ascenso y su falta de preparación, se ha propagado como la pólvora en redes sociales, convirtiéndose en un testimonio desgarrador de su última aventura. Lo que más ha impactado, sin duda, es la ausencia de un adulto acompañándolo en una travesía tan peligrosa. Sus palabras, llenas de afecto hacia sus amigos, contrastan con la ausencia de mención a su familia, un detalle que, a la luz de las posteriores revelaciones, cobra un significado aún más profundo.
La confirmación de su muerte, a más de 4,000 metros de altura, por parte de un equipo de rescate, ha sumido a la comunidad en un profundo pesar. El silencio de sus padres ante los medios de comunicación acrecienta el misterio y la angustia. Mientras tanto, sus amigos, con el corazón roto, han compartido públicamente el cariño que sentían por Paolo, revelando además la difícil situación familiar que enfrentaba, marcada por el maltrato y el abandono. Estas revelaciones nos obligan a reflexionar sobre la vulnerabilidad de nuestros jóvenes y la importancia de tejer redes de apoyo que les brinden la protección y el amor que merecen.
Inicialmente, se especuló que la causa del deceso había sido la hipotermia, un riesgo latente en las alturas del Iztaccíhuatl. Sin embargo, el testimonio de un amigo de Paolo, quien asegura haber hablado con uno de los rescatistas, ha dado un giro inesperado a la historia. Según este relato, el cuerpo del joven presentaba múltiples lesiones: piernas y brazos rotos, además de heridas en la cabeza. La hipótesis que se maneja es que Paolo, en un intento desesperado por alcanzar un refugio y ponerse a salvo, habría sufrido una caída fatal debido a la nieve resbaladiza y la densa neblina que cubría la montaña. El hallazgo de su cuerpo cubierto de nieve añade un elemento aún más trágico a este escenario.
El caso de Paolo Sánchez Carrasco ha trascendido el ámbito de la noticia para convertirse en un llamado a la conciencia colectiva. Expertos en montañismo y organizaciones civiles han alzado la voz para exigir mayor supervisión en las reservas naturales y promover una cultura de respeto hacia la montaña. Se ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar las medidas de seguridad para los senderistas, especialmente para los menores de edad, y de concientizar sobre los riesgos que implica aventurarse en estos entornos sin la preparación adecuada.
Pero más allá de las cuestiones logísticas y de seguridad, la historia de Paolo nos interpela como sociedad. Nos obliga a preguntarnos qué estamos haciendo para proteger a nuestros niños y adolescentes que, como él, enfrentan situaciones familiares complejas. ¿Cómo podemos garantizar que reciban el apoyo y la contención que necesitan para desarrollarse plenamente y alcanzar sus sueños? El silencio de los padres de Paolo, aunque respetable, nos deja un vacío que debe ser llenado con acciones concretas. Es imperativo fortalecer las instituciones y los programas que velan por el bienestar de los menores, para que ninguna otra vida se apague prematuramente en la soledad y el abandono. La memoria de Paolo debe servirnos de inspiración para construir un futuro donde todos los niños y jóvenes tengan la oportunidad de vivir una vida digna, plena y segura.
Fuente: El Heraldo de México