
25 de julio de 2025 a las 09:20
Moderniza tu Futuro: Invierte en Infraestructura
La voz del ingeniero Carlos Slim Helú resuena con fuerza en el contexto del Día del Ingeniero, recordándonos una verdad fundamental: la necesidad imperiosa de incrementar la inversión privada en infraestructura. Su llamado no es solo oportuno, sino una invitación a la reflexión profunda sobre cómo México planea y ejecuta sus proyectos estructurales, y cómo la colaboración público-privada puede ser la clave para forjar un futuro próspero. Es innegable: carreteras, puentes, hospitales, escuelas, redes de agua potable, transporte… la infraestructura es el esqueleto sobre el cual se construye el progreso de nuestra nación. Sin una infraestructura robusta, eficiente y adaptable, México no puede aspirar a una economía competitiva ni a una vida digna para sus ciudadanos.
Los datos del Banco Mundial y el IMCO pintan un panorama preocupante. La inversión en infraestructura, históricamente entre el 3% y el 5% del PIB, ha descendido en los últimos años. De un 4.9% en 2015, caímos a un preocupante 2.8% en 2023. Esta disminución se traduce en servicios deficientes, menor cobertura y una disminución en la capacidad de atraer nuevas inversiones productivas. La CMIC pone el dedo en la llaga al comparar la inversión de México con la de otros países. Mientras China invierte cerca del 8% de su PIB en infraestructura, Brasil el 3.8% y Chile el 5%, México se queda rezagado. El presupuesto de 863 mil millones de pesos para 2023, si bien considerable, se focalizó en proyectos específicos, dejando otras áreas cruciales sin los recursos necesarios.
El contraste con la década pasada es evidente. La participación de la iniciativa privada en proyectos de energía, telecomunicaciones y transporte impulsaba un mayor dinamismo en la inversión. Si bien los beneficios no alcanzaban a todos los estratos sociales, la eficiencia era mayor. Hoy, la incertidumbre regulatoria, los cambios en las reglas del juego y las restricciones presupuestales del sector público, sumados a la inestabilidad global, frenan la inversión privada y limitan nuestro potencial de crecimiento.
La experiencia internacional demuestra el poder transformador de los esquemas de coinversión público-privada. Con reglas claras, transparencia y una visión a largo plazo, la colaboración entre ambos sectores no solo acelera la ejecución de las obras, sino que también mejora su calidad y sostenibilidad. La iniciativa privada, sin embargo, no debe perseguir únicamente la rentabilidad inmediata. Debe adoptar una visión social, comprendiendo que invertir en infraestructura es invertir en la cohesión social, la movilidad social y la construcción de un tejido urbano más justo y eficiente.
El reto es monumental: México necesita obras estratégicas que respondan a las demandas del siglo XXI. Movilidad eléctrica, infraestructura digital, transporte público sustentable, sistemas modernos de agua y energía… No se trata solo de construir más, sino de construir mejor, con innovación y resiliencia frente a los desafíos climáticos y demográficos.
El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, el Tren Maya (con las necesarias consideraciones sociales y ambientales), la expansión de la fibra óptica, la modernización de los sistemas de agua potable, las obras para movilidad sustentable y el rescate de Pemex, son ejemplos de proyectos trascendentales que requieren el impulso de la inversión privada.
El llamado de Carlos Slim Helú es una invitación a repensar la colaboración entre sectores. Es una oportunidad para reconocer la importancia de los ingenieros y exigir que la política pública y la inversión privada converjan en una visión de país más equitativo, moderno y sostenible. El tiempo apremia y los retos son muchos.
La élite económica debe comprender que la infraestructura no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Para satisfacerla, se requiere la suma de voluntades y recursos de todos: personas, empresas y gobierno. Si la iniciativa privada responde al llamado con inversiones inteligentes y socialmente responsables, México podrá avanzar hacia el desarrollo integral que exige el siglo XXI. Solo con confianza y corresponsabilidad transformaremos las ideas en realidades tangibles y construiremos el país que las futuras generaciones merecen.
Fuente: El Heraldo de México