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25 de julio de 2025 a las 18:30

Madre roba bicicleta para salvar a su hijo

La historia de Brenda estremece hasta lo más profundo del alma. Una madre, sola, enfrentando la devastadora noticia del cáncer de su hijo, una enfermedad que ataca sin piedad y que exige, además de fortaleza emocional, una gran cantidad de recursos económicos. Brenda, como tantas madres en México y el mundo, se vio atrapada en la desesperanza, en la angustia de no poder brindarle a su pequeño la atención médica que necesitaba para sobrevivir. La sombra del cáncer se cernía sobre su hijo, amenazando con arrebatarle lo más preciado. Y en ese abismo de desesperación, tomó una decisión que hoy la tiene tras las rejas: el robo de una bicicleta.

No se trataba de una bicicleta cualquiera. Una bicicleta de fibra de carbono, ultraligera, valuada en 165 mil pesos, una cifra astronómica para la mayoría, y aún más para Brenda, quien luchaba día a día para sacar adelante a su hijo. El detalle de la firma de un deportista olímpico grabada en el cuadro, lejos de añadirle glamour a la historia, la impregna de una ironía cruel, un recordatorio constante del abismo que separa el mundo del deporte de élite, de la realidad de una madre luchando contra la pobreza y la enfermedad.

Cinco años han pasado desde aquel fatídico día. Cinco años en los que Brenda ha intercambiado la libertad por el frío cemento del Centro Femenil Santa Martha Acatitla. Cinco años en los que la angustia por su hijo, ahora agravada por la distancia y el encierro, la carcome por dentro. Su testimonio, recogido por la activista Saskia Niño de Rivera, nos permite vislumbrar el infierno personal que vive. “Yo tengo un hijo que tiene cáncer…”, confiesa con la voz quebrada, palabras que resumen el dolor de una madre que lo ha perdido todo. La enfermedad de su hijo, en la traquea, a la altura de la yugular, dos tumores, uno ya extirpado gracias al apoyo de una institución, una lucha constante por la vida.

Brenda relata cómo la desesperación la empujó al precipicio. Su plan inicial, ser la “campana”, avisar si venía la policía, se vio truncado por la irrupción de una protesta feminista. La ironía vuelve a golpear: una marcha por los derechos de las mujeres, un clamor por la justicia social, se convierte en el escenario de su captura. La presencia policial se multiplicó, el gerente de la tienda dio aviso, y Brenda, junto a sus cómplices, cuya identidad permanece en el anonimato, fue detenida. 18 años de prisión. Una condena que muchos consideran desproporcionada, un castigo que parece ignorar las circunstancias que la llevaron a cometer el delito.

La historia de Brenda nos interpela como sociedad. Nos obliga a reflexionar sobre la desesperación que puede llevar a una madre a tomar decisiones extremas. Nos confronta con la realidad de un sistema judicial que a veces parece ciego ante las circunstancias humanas. Nos invita a pensar en las miles de “Brendas” que existen en nuestro país, mujeres luchando contra la adversidad, madres que harían lo imposible por salvar a sus hijos. ¿Es la cárcel la respuesta adecuada para una madre desesperada? ¿Cómo podemos, como sociedad, ofrecer alternativas reales a quienes se ven obligados a delinquir por necesidad? El caso de Brenda es un grito silencioso que exige justicia, compasión y, sobre todo, una profunda reflexión sobre las fallas de un sistema que debería proteger a los más vulnerables.

Fuente: El Heraldo de México