
25 de julio de 2025 a las 09:30
Impulso cultural: Libros sin IVA
El aroma a papel recién impreso, la textura rugosa bajo las yemas de los dedos, el suave crujido al pasar las páginas… sensaciones que se pierden en el mundo digital, pero que para muchos, como yo, siguen siendo parte esencial de la experiencia de la lectura. Subrayar un párrafo revelador, anotar una reflexión al margen, construir un diálogo íntimo con el autor y la obra: el libro físico se convierte en un compañero de viaje, testigo de nuestro crecimiento intelectual y emocional. Cada anotación, cada doblez en la página, es una huella de nuestro paso por ese universo de palabras.
Es cierto, las nuevas tecnologías han democratizado el acceso a la literatura como nunca antes. Miles de títulos al alcance de un clic, bibliotecas enteras que caben en la palma de la mano. Celebro este avance y reconozco su invaluable contribución a la difusión del conocimiento. Sin embargo, esta revolución digital no debe eclipsar la importancia del libro físico, ni dejar en la sombra a quienes hacen posible su existencia: escritores, editores, libreros…
Como bien apunta Mauricio Díaz Muñoz, investigador del Instituto de Neurobiología de la UNAM, la lectura es un proceso complejo que activa diversas áreas del cerebro. Reconocer los signos gráficos, interpretarlos, darles contexto y significado… una sinfonía neuronal que se orquesta en cada lectura. ¿Es posible que la experiencia digital replique en su totalidad esta riqueza cognitiva? El debate está abierto.
En México, la industria del libro enfrenta importantes desafíos. La proliferación de las obras digitales ha impactado de manera significativa en la adquisición de libros físicos, y las librerías, esos santuarios del conocimiento, han visto mermadas sus ventas. Las cifras del Sistema de Información Cultural son alarmantes: la disminución del número de librerías en el último año exige una respuesta inmediata. No podemos permitir que estos espacios culturales, vitales para la difusión del conocimiento y el fomento a la lectura, desaparezcan.
Por ello, considero fundamental impulsar políticas públicas que fortalezcan al sector. Una de las propuestas que estoy trabajando es el establecimiento de la tasa cero en la enajenación de libros. Esta medida, que busca una mayor equidad fiscal en la cadena del libro, permitiría a las librerías acreditar los montos del IVA, aliviando su carga fiscal y contribuyendo a su sostenibilidad. Si bien los lectores no pagan IVA por la compra de libros, lo cual es positivo, son los libreros quienes asumen este costo, impactando directamente en sus finanzas. Esta iniciativa, una demanda legítima del sector, será presentada en el próximo periodo de sesiones, y confío en el respaldo del sector cultural y la disposición de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Hago un llamado a todas las fuerzas políticas representadas en la Cámara de Diputados a analizar con responsabilidad este tema crucial para la cultura de nuestro país. Proteger a los libreros es proteger el acceso al conocimiento, fomentar la lectura y preservar un legado invaluable para las futuras generaciones. Invito a la reflexión y al diálogo constructivo para encontrar soluciones que impulsen la industria del libro y garanticen la vibracia de nuestras librerías, esos espacios mágicos donde las historias cobran vida. El futuro de la lectura está en nuestras manos.
Fuente: El Heraldo de México