
25 de julio de 2025 a las 09:20
Feminismo en la 4T: ¿Hacia dónde vamos?
La conexión entre la expansión educativa y el empoderamiento femenino es innegable. Al igual que Piketty y Sandel destacan la importancia de la educación secundaria universal para la prosperidad general, podemos observar cómo la educación, en todos sus niveles, se convierte en una herramienta fundamental para la liberación y el avance de las mujeres. El acceso al conocimiento, a la formación profesional y al desarrollo de habilidades no solo amplía las oportunidades económicas de las mujeres, sino que también les proporciona las herramientas críticas para cuestionar las normas sociales, reivindicar sus derechos y participar plenamente en la vida pública.
La Cuarta Transformación, con su enfoque en la igualdad sustantiva, reconoce esta realidad y la materializa a través de iniciativas como los Centros LIBRE. Estos espacios no son simplemente refugios contra la violencia, sino verdaderos centros de empoderamiento donde las mujeres pueden acceder a recursos, apoyo psicológico, asesoría legal y, crucialmente, a programas que fomentan su autonomía. Al dotar a las mujeres de herramientas para su independencia económica y personal, se está construyendo una base sólida para una sociedad más justa e igualitaria.
La inversión de 651 millones de pesos en los Centros LIBRE, con una cobertura que alcanza ya al 90% de la meta para 2025, demuestra el compromiso de la 4T con esta visión. La asignación del presupuesto, basada en datos concretos sobre la violencia de género y la población femenina en cada entidad, refleja una apuesta por la eficacia y la transparencia en la gestión de los recursos públicos.
La creación de estos espacios, junto con otras políticas públicas enfocadas en la igualdad de género, está gestando una transformación profunda en la realidad de las mujeres mexicanas. Se está abriendo un camino hacia una mayor participación en la toma de decisiones, una mayor representación en los espacios de poder y, sobre todo, hacia una vida libre de violencia y discriminación. Se trata de una metamorfosis política que no solo beneficia a las mujeres, sino que enriquece a toda la sociedad.
La autonomía, ese derecho fundamental que permite a las mujeres tomar las riendas de sus propias vidas, es la piedra angular de este proceso de cambio. Al brindarles las herramientas para elegir libremente su camino, sin el temor a la violencia y la opresión, se está sembrando la semilla de una nueva era de prosperidad compartida. Esta prosperidad no se limita al ámbito económico, sino que abarca todas las dimensiones de la vida humana, desde lo personal hasta lo social y lo político. Es una prosperidad que se construye sobre la base del respeto, la igualdad y la justicia.
El desmoronamiento del gigante de la desigualdad, como lo llamaría Sartori, es un proceso lento y complejo, pero cada paso que se da en la dirección correcta, cada política pública que se implementa con criterios de pertinencia y eficacia, nos acerca un poco más a ese horizonte de justicia social. La lucha contra la violencia de género, el impulso a la autonomía de las mujeres y la creación de espacios como los Centros LIBRE son ejemplos concretos de este esfuerzo colectivo por construir un México más justo, más igualitario y más próspero para todos y todas. Es la materialización de un humanismo mexicano que pone en el centro la dignidad y el bienestar de todas las personas, sin importar su género.
Fuente: El Heraldo de México