
25 de julio de 2025 a las 09:30
Desenmascara la hipocresía
El engaño, una constante en la historia de la humanidad, se manifiesta de diversas formas, desde la elaborada trama del estafador profesional, con su gélida y calculada actuación, hasta la torpe mentira del embustero inexperto, cuyas contradicciones lo delatan rápidamente. El fascinante mecanismo cerebral tras la mentira nos obliga a preguntarnos cómo es posible construir una realidad ficticia con tanta convicción, sabiendo que es falsa. El mentiroso, consciente de su engaño, despliega una elaborada actuación para convencer a su audiencia, un proceso cognitivo complejo que, paradójicamente, requiere de una considerable inteligencia.
Sin embargo, dentro de este panorama de falsedades, el político se erige como un personaje singular, un maestro en el arte del engaño, con honrosas excepciones, por supuesto. Traición, embustes, deslealtad y una falta de escrúpulos en la gestión de los asuntos públicos, lo convierten en una figura nefasta para la ciudadanía. En pleno siglo XXI, lamentablemente, la clase política no ha abandonado esta práctica nociva.
Veamos algunos ejemplos flagrantes de la hipocresía y la austeridad simulada que nos rodea. El caso de la diputada Andrea Chávez, quien tras la filtración de fotografías, se vio obligada a admitir el uso de un avión privado para asistir a su informe de gobierno en Chihuahua, aunque negó que perteneciera a la SEDENA, nos muestra cómo la evidencia desmonta el discurso oficial. Similarmente, Noroña, tras reiteradas negativas, finalmente confesó haber viajado a Francia en clase "business" (argumentando con astucia que Air France no ofrece primera clase) y que el viaje fue financiado parcialmente con recursos propios, una afirmación que contrasta con su imagen de político surgido del pueblo.
Los casos de Pedro Haces y Ricardo Monreal, quienes tras ser descubiertos, admitieron el uso frecuente de lujosos helicópteros, añaden otra capa a este escenario de contradicciones. Monreal, incluso, afirmó haber utilizado transporte aéreo privado desde su gobernatura en Zacatecas, siempre pagando por dichos servicios, una declaración que invita a cuestionar la procedencia de tales recursos.
Y qué decir de los políticos veracruzanos, los señores Yunes, fotografiados en un exclusivo club de playa italiano, disfrutando de langosta y champaña, un ejemplo más de la desconexión entre el discurso público y la realidad. Recordemos que su voto fue crucial para la aprobación de la reforma al Poder Judicial, alineándose con el oficialismo.
Un ejemplo reciente de Monreal ilustra aún más esta tendencia. Su ausencia en una reunión del consejo de Morena se justificó por un desayuno en el lujoso hotel Villa Magna de Madrid, en celebración de su 40 aniversario de boda.
Ante este panorama, resuenan las palabras del compositor Armando Domínguez: "Y qué más da, la vida es solo una mentira, miénteme más que me hace tu maldad feliz". Una frase que, si bien puede interpretarse como una resignación irónica, también nos invita a reflexionar sobre la normalización de la mentira en nuestra sociedad y la necesidad de exigir transparencia y honestidad a quienes nos representan.
La proliferación de estos casos nos obliga a preguntarnos: ¿hasta qué punto la mentira se ha convertido en una herramienta política? ¿Qué mecanismos podemos implementar para combatirla? La respuesta, sin duda, reside en una ciudadanía informada, crítica y exigente, capaz de discernir entre la verdad y la manipulación. El futuro de nuestra sociedad depende de nuestra capacidad para desmantelar las redes de engaño y construir un sistema basado en la verdad y la justicia.
Fuente: El Heraldo de México