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25 de julio de 2025 a las 09:30

Descubre el Guernica del Jazz

Adentrarse en el "Guernica" de Picasso es una experiencia visceral. No se trata simplemente de ver, sino de sentir la obra vibrar en la propia retina. Como un telescopio cósmico, la mirada se acerca y se aleja, descubriendo detalles minúsculos que se expanden hasta abarcar la inmensidad del lienzo, una narrativa silenciosa que grita al mundo. John Berger afirmaba la supremacía de la palabra en la narración, pero ante el "Guernica" uno se pregunta si no se equivocaba. Esa explosión de blancos, negros y grises, esa alegoría etérea y brutal, trasciende la anécdota histórica para convertirse en un lenguaje universal del dolor y la esperanza. No se trata de diseccionar el simbolismo, sino de dejarse inundar por la fuerza primigenia del arte, de conectar con la esencia misma de Picasso.

Años después, descubrí a Jazzamoart, un artista que respira música, que danza con el jazz y vierte su alma en lienzos monumentales. Un creador inquieto, un explorador de universos pictóricos, que se nutre de la obra de otros artistas, no para imitarlos, sino para desentrañar su visión, para capturar la chispa que encendió su creación. Y entonces, con esa inspiración como punto de partida, deja volar su propio talento, construyendo un diálogo único, una interpretación libre y audaz.

Recorrer la vasta obra de Jazzamoart es adentrarse en un laberinto de formas y colores, un torbellino de ritmos sincopados y recuerdos imborrables. Miles de siluetas danzan en su mente, armonías y melodías se entrelazan con anécdotas y vivencias, creando un universo pictórico desbordante. Lo imagino como un renacentista contemporáneo, un artista poseído por una creatividad inagotable, que se entrega a la ilustración con la misma pasión que un músico de jazz se entrega a la improvisación.

Recientemente, tuve el privilegio de contemplar su interpretación del "Guernica", una obra que titula "Guernica de carne y pintura". Al igual que Rembrandt, Manet o Francis Bacon, que revisitaron a los maestros del pasado con su propia voz, Jazzamoart se inspira en Picasso para construir su propia narrativa. En su lienzo, el ocre reemplaza a los grises y negros, irradiando una luz cálida que revela la fragilidad de la carne, la cicatriz de las heridas. La elección del ocre no es casual: en su riqueza cromática, que abarca desde los amarillos y rojos hasta los pardos y sienas, se refleja la complejidad del ser humano, la multiplicidad de sus rostros y emociones.

Reinterpretar una obra maestra es un ejercicio de introspección, un juego de espejos donde el artista se enfrenta a su propia mirada y a la del creador original. Es una transfiguración, una versión personal que enriquece el diálogo artístico y nos invita a redescubrir la obra desde una nueva perspectiva. La "Guernica de carne y pintura" de Jazzamoart no es una copia, sino una conversación, un testimonio de la vitalidad eterna del arte.

Fuente: El Heraldo de México