Texas se enfrenta a un doble golpe climático: tras las recientes inundaciones, una abrasadora ola de calor se cierne sobre el estado. El contraste es brutal, pasando del agua que lo inundaba todo al calor que ahora amenaza con secar la tierra. Este repentino cambio pone a prueba la resistencia del estado y la capacidad de sus habitantes para adaptarse a condiciones extremas.

El Servicio Meteorológico Nacional (NWS) ha emitido alertas sobre temperaturas que superarán los 38°C en amplias zonas del estado. Pero la verdadera amenaza reside en el índice de calor, que podría llegar a los 42°C en algunas localidades. Este índice, que combina la temperatura del aire con la humedad, refleja la sensación térmica real que experimentará el cuerpo humano. Y en este caso, la sensación será de un calor extremo, sofocante, que puede poner en riesgo la salud, especialmente la de los más vulnerables: niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas.

Esta nueva ola de calor no será un evento pasajero. Según el NWS, se prevé que las altas temperaturas se mantengan durante un periodo prolongado, extendiéndose por el norte y centro de Texas. Ciudades como Dallas, Fort Worth y Austin se preparan para una semana de intenso calor, con temperaturas que apenas descenderán por la noche, ofreciendo poco alivio a los residentes.

La situación es particularmente preocupante en Houston y Galveston, donde la combinación de altas temperaturas y humedad elevada creará un ambiente extremadamente agobiante. El NWS ha advertido que las sensaciones térmicas podrían oscilar entre los 40°C y los 41.7°C, convirtiendo cualquier actividad al aire libre en un riesgo potencial.

Ante este panorama, las autoridades recomiendan tomar precauciones: mantenerse hidratado bebiendo abundante agua, evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, buscar refugio en lugares con aire acondicionado y estar atentos a los síntomas de agotamiento por calor, como mareos, náuseas y dolor de cabeza.

Si bien se espera un ligero descenso de las temperaturas a partir del sábado en el sur de Texas, gracias al aumento de la nubosidad y la posibilidad de lluvias, este alivio será temporal. Los meteorólogos advierten que las temperaturas por encima del promedio podrían persistir hasta principios de la próxima semana, prolongando la ola de calor y manteniendo la alerta en todo el estado.

La combinación de inundaciones y ola de calor plantea un desafío sin precedentes para Texas. La recuperación de las zonas afectadas por las inundaciones se verá dificultada por el calor extremo, que puede agravar las condiciones sanitarias y dificultar las tareas de reconstrucción. Además, el aumento de la demanda de energía para la refrigeración podría poner a prueba la capacidad de la red eléctrica, aumentando el riesgo de cortes de suministro.

Esta situación pone de manifiesto la creciente vulnerabilidad de Texas, y del mundo en general, ante los eventos climáticos extremos. Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, son una clara señal del cambio climático y de la necesidad de tomar medidas urgentes para mitigar sus efectos. La adaptación a estas nuevas realidades climáticas se convierte en una prioridad, exigiendo una planificación urbana que tenga en cuenta el calor extremo, la inversión en infraestructuras resilientes y la concienciación de la población sobre los riesgos y las medidas de prevención. El futuro de Texas, y del planeta, depende de nuestra capacidad para afrontar este desafío.