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24 de julio de 2025 a las 20:35

Siddhartha: Un mar de voces cantando nostalgia

La noche oaxaqueña se vistió de gala. Más de 35 mil almas vibraron al unísono en la Alameda de León, un escenario improvisado bajo el cielo estrellado que se convirtió en el epicentro de una experiencia musical inolvidable. Siddhartha, el artífice de esta magia sonora, desplegó todo su arsenal musical ante una audiencia entregada que coreaba cada una de sus letras. No fue un simple concierto, fue una comunión entre el artista y su público, un diálogo melódico que trascendió las barreras generacionales. Desde los primeros acordes de "Como Queremos" hasta el último suspiro de "Únicos", Siddhartha tejió una atmósfera onírica, una travesía sonora que navegó por las aguas tranquilas de la introspección y las olas embravecidas de la euforia.

La multitud, un crisol de emociones, se dejó llevar por la corriente de cada canción. Rostros iluminados por la luz de los celulares, brazos alzados al cielo, lágrimas furtivas que rodaban por las mejillas; cada gesto, cada expresión, era un testimonio del poder transformador de la música. "Tarde", uno de los himnos del cantautor, resonó con especial fuerza, convirtiéndose en el eco de un sentimiento colectivo. Las voces se fundieron en una sola, creando una sinfonía humana que se elevó hacia la noche oaxaqueña.

Pero la magia no se limitó a los éxitos consagrados. Cada canción, desde las más conocidas hasta las más íntimas, encontró su espacio en el corazón del público. "Loco", "Me hace falta", "Brújula", "Paraíso Lunar", "Nada por Hecho", "Respiro"; cada melodía fue recibida con el mismo fervor, con la misma entrega. Y cuando llegaron los acordes de "00:00", la explosión de júbilo fue incontenible. El público, como un solo organismo, se rindió ante la potencia de ese himno generacional.

La versatilidad de Siddhartha, su capacidad para transitar entre la calma y la tempestad musical, fue uno de los puntos álgidos de la noche. Su voz, un instrumento preciso y emotivo, se adaptó a cada matiz, a cada inflexión, creando una conexión profunda con la audiencia. Y al final, como un broche de oro, "Únicos" selló la noche con un sentimiento de unidad, dejando en el aire la sensación de haber compartido algo especial, algo irrepetible.

Pero la velada musical no comenzó con Siddhartha. Previamente, Hello Seahorse, con su característico sonido -una fusión de rock, sintetizadores y la inconfundible voz de Denise Gutiérrez-, preparó el terreno para la llegada del plato fuerte. Sus melodías, ya iconos de la escena musical mexicana, cautivaron a la audiencia, creando una atmósfera de expectativa y emoción.

La iniciativa del Gobierno de Oaxaca de acercar la música de artistas de renombre nacional e internacional al pueblo, de manera gratuita, es un acierto que merece ser aplaudido. Democratizar el acceso a la cultura, a la música de calidad, es una inversión en el bienestar social, una apuesta por un futuro más armónico y vibrante. La noche del miércoles en la Alameda de León fue una muestra palpable de ello. Una noche que quedará grabada en la memoria colectiva de Oaxaca como un testimonio del poder unificador y transformador de la música. Una noche en la que Oaxaca respiró, cantó y vibró al ritmo de Siddhartha.

Fuente: El Heraldo de México