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25 de julio de 2025 a las 02:30

¿Qué palabra no se escribe?

La Real Academia Española (RAE), guardiana del idioma español, nos presenta una curiosa paradoja: una palabra que se puede pronunciar, pero no escribir. Se trata del imperativo del verbo "salir" unido al pronombre enclítico "le", es decir, la orden "sal-le". Si bien la pronunciación "sal-le" es perfectamente natural y común en el habla cotidiana, su escritura presenta un escollo insalvable.

Al unir "sal" y "le" en la escritura, obtendríamos la palabra "salle", que se pronuncia de manera distinta, con el sonido de la "ll". La ortografía española actual, además, no permite el uso del guion para solventar esta situación. Nos encontramos, por lo tanto, con una palabra fantasma, presente en nuestra voz pero ausente en la escritura.

La RAE, consciente de esta singularidad, propone alternativas para expresar la misma idea: "sal al encuentro a esta persona", "sal a su encuentro" o "hay que salir al encuentro de…", evitando así la problemática combinación. Sin embargo, estas opciones, si bien correctas, carecen de la inmediatez y la fuerza expresiva del imperativo "sal-le".

Esta peculiaridad lingüística se originó en la Ortografía de 2010, donde la RAE y las Academias de la Lengua decidieron eliminar la validez del guion en estos casos, sin ofrecer una solución ortográfica satisfactoria. Esta decisión ha generado controversia y críticas, ya que introduce una excepción insólita en el sistema ortográfico del español, una palabra que existe en el habla pero no en la escritura, una situación inexistente en otras lenguas.

La Fundéu, Fundación del Español Urgente, se ha hecho eco de esta problemática, señalando la falta de alternativas y la excepcionalidad de la situación. La eliminación del guion, si bien busca simplificar las reglas ortográficas, ha creado en este caso un vacío que afecta a la representación escrita de una forma verbal perfectamente válida y de uso frecuente.

Este debate en torno a "sal-le" nos invita a reflexionar sobre la compleja relación entre la lengua oral y la escrita. Mientras la primera se caracteriza por su fluidez y espontaneidad, la segunda busca la precisión y la estandarización. En ocasiones, como en este caso, las normas ortográficas pueden resultar insuficientes para capturar la riqueza y las sutilezas del lenguaje hablado, generando situaciones paradójicas como la de una palabra pronunciable pero no escribible. La lengua, en constante evolución, nos plantea retos y nos obliga a buscar soluciones que permitan reflejar con fidelidad la realidad lingüística de los hablantes. El caso de "sal-le" es un claro ejemplo de ello, un desafío para la ortografía y una invitación a seguir explorando las complejidades del idioma español.

Fuente: El Heraldo de México