
24 de julio de 2025 a las 09:25
El legado de AMLO: ¿Progreso o estancamiento?
La situación política en México se ha convertido en un escenario singular, donde el lopezobradorismo se erige como una fuerza hegemónica que permea todos los niveles de poder. Ya no asistimos a la dinámica democrática tradicional, donde la alternancia en el poder se define por el voto ciudadano. Hoy, los cambios y las decisiones políticas se gestan dentro de un sistema cerrado, donde las luchas internas, las intrigas y los escándalos dictan el rumbo del país.
Esta realidad se manifiesta en la forma en que se abordan los problemas nacionales. La lucha contra el crimen organizado, por ejemplo, no parece responder al clamor de las víctimas, sino a presiones externas o a intereses particulares. Del mismo modo, los tropiezos de figuras políticas no son consecuencia de la indignación popular, sino de juegos de poder dentro del mismo oficialismo.
El gobierno actual se enfrenta a tres grandes desafíos: la administración interna, la política exterior, especialmente con Estados Unidos, y la organización interna de su propio partido-movimiento. En los últimos meses, hemos visto cómo el gobierno tropieza constantemente en estos tres frentes. La violencia persiste, los servicios públicos se deterioran, las finanzas se debilitan, las presiones internacionales aumentan y los escándalos protagonizados por miembros del partido son recurrentes.
A pesar de estas evidentes deficiencias, las oposiciones partidistas no han logrado capitalizar el descontento. No han surgido nuevos liderazgos capaces de presentar una alternativa convincente al régimen actual. Si bien existen valiosos esfuerzos de la sociedad civil, como el de las madres buscadoras, estos no se han traducido en una fuerza política organizada que pueda representar un verdadero contrapeso al poder.
En este contexto, la defensa de los estados y municipios que aún no han sucumbido al control de Morena se convierte en una prioridad. Más allá de apoyar a partidos o individuos específicos, se trata de preservar ejemplos concretos de gobiernos que ofrecen mayor seguridad, transparencia, calidad en los servicios públicos y oportunidades económicas. Estos ejemplos demuestran que existen alternativas viables al modelo lopezobradorista.
Casos como el de Querétaro, las alcaldías opositoras en la Ciudad de México, Coahuila y Nuevo León, muestran una gestión pública diferente, con resultados tangibles en materia de seguridad, desarrollo económico y relaciones internacionales. Estos bastiones de la oposición no son meramente simbólicos. Representan una opción real para los ciudadanos y desmienten la idea de un consenso unánime en torno al proyecto del gobierno actual.
El oficialismo, sin duda, cuenta con una maquinaria poderosa: controla un extenso sistema clientelar, ha logrado influir en el Poder Judicial y Legislativo, ha eliminado contrapesos importantes y busca debilitar al INE. Sin embargo, mientras existan alternativas de gobierno que ofrezcan mejores resultados, la esperanza de un cambio persistirá. La historia nos ha enseñado que cuando se presenta la oportunidad de elegir entre un sistema opresivo y uno que ofrece libertad y bienestar, la gente opta por la segunda opción. La clave está en construir y fortalecer esas alternativas, para que cuando llegue el momento, los ciudadanos tengan una opción real y tangible a la cual migrar.
Fuente: El Heraldo de México