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24 de julio de 2025 a las 09:25
EE.UU.: ¿El Gigante se Desploma?
¿Asistimos al ocaso del imperio estadounidense? La pregunta resuena con fuerza ante la inminente salida de Estados Unidos de la UNESCO, la OMS y otros acuerdos internacionales. Un portazo que retumba con ecos de aislacionismo y pragmatismo a ultranza, una melodía discordante en la sinfonía global que ellos mismos ayudaron a componer. Ochenta años después de la Segunda Guerra Mundial, tras erigirse como potencia hegemónica y arquitecto de la "Pax Americana" –aunque salpicada de conflictos–, ¿es este el preludio del fin de una era? La decadencia no se anuncia con tambores de guerra –aunque la posibilidad de un conflicto de gran envergadura se cierne como una sombra ominosa–, sino con el desmantelamiento sistemático de un orden internacional que tuvo a Estados Unidos como pilar fundamental.
No es la primera vez que Estados Unidos, o más concretamente la administración Trump, abandona la UNESCO. Sin embargo, la retirada simultánea de múltiples escenarios internacionales marca un punto de inflexión. Resulta inquietante, por no decir alarmante, observar el desprecio hacia una arquitectura global que ellos mismos contribuyeron a diseñar. La decisión de abandonar programas que combaten la violencia contra niñas en África o la propagación del SIDA a nivel mundial revela una preocupante miopía.
El vacío que deja Estados Unidos en el tablero internacional es inmenso. Su liderazgo, tanto en tiempos de guerra como de paz, se traducía en un apoyo tangible, ya sea económico, tecnológico o a través del comercio. Ahora, la ausencia de este faro, de esta guía que representaba –con sus luces y sombras– valores como la solidaridad y la innovación, exige la emergencia de un nuevo liderazgo. ¿Quién ocupará ese espacio? Por el momento, el horizonte se presenta nebuloso.
La justificación para abandonar la UNESCO –un supuesto sesgo anti-Israel y la promoción de causas "divisivas"– resulta, cuanto menos, desconcertante. Una agencia reconocida por su labor en la preservación del patrimonio cultural mundial, reducida a un chivo expiatorio en la cruzada aislacionista de la administración Trump. La realidad es que esta decisión certifica la ruptura con todo aquello que se percibe como "no práctico", un síntoma del pragmatismo exacerbado que guía la política exterior estadounidense.
Si bien Estados Unidos saldrá perdiendo con esta retirada –perdiendo influencia y soft power–, la UNESCO sufrirá un golpe aún mayor, especialmente en el plano financiero, ya que Estados Unidos aporta el 8% de su presupuesto.
Este repliegue hacia el interior parece un retorno a los orígenes, un regreso a una sociedad que, en muchos sentidos, carece de un profundo apego a la cultura y la historia. Una sociedad seducida por el consumo, lo material, el "bling bling". Un culto al individualismo y lo utilitario donde todo aquello que no contribuye a la riqueza se considera superfluo. La salida de la UNESCO, justificada por la administración Trump con la frase lapidaria "no contribuye a nuestros intereses", es una muestra más de esta filosofía.
La historia está plagada de imperios que se han derrumbado, que se han replegado sobre sí mismos, desdeñando al resto del mundo. Y el mundo ha continuado, reconfigurándose. Sin embargo, este sería el primer caso en el que una potencia, tras liderar la revolución digital, decide desmantelar su propio poderío.
Dos apuntes adicionales: Primero, ¿Será que a Trump le molesta que la UNESCO solo reconozca 26 sitios estadounidenses como patrimonio de la humanidad, frente a los 37 de México o los 61 de Italia? Segundo, cada gran cambio de paradigma genera un impacto sísmico en su entorno. La crisis económica de 2008 podría palidecer ante la que se avecina. México, y en particular el peso mexicano, se encuentran en una posición especialmente vulnerable, con una paridad cambiaria sostenida por una burbuja que amenaza con estallar.
Fuente: El Heraldo de México