
24 de julio de 2025 a las 04:15
Descubre la magia de Tila: Nahuales, Aluxes y más
Adentrarse en Tila, en el corazón de la sierra chiapaneca, es sumergirse en un mundo donde lo real y lo mágico se entrelazan con la naturalidad del río que serpentea entre las montañas. Aquí, la tradición oral no es un mero recuerdo del pasado, sino la savia que nutre el presente, un legado vivo que se transmite de generación en generación, susurrado al oído de los niños al calor del hogar, compartido en las plazas al caer la tarde, y evocado en cada ritual y celebración. Las historias, como las raíces de los árboles centenarios que pueblan la región, se aferran a la tierra y a la memoria colectiva, resistiendo el embate del tiempo y las transformaciones del mundo exterior.
La figura del Señor de Tila, con su piel oscura y su aura milagrosa, es el eje central de la devoción popular. Rescatado de una cueva en tiempos de conflicto, su imagen se ha convertido en símbolo de resiliencia y esperanza para la comunidad. La festividad del 15 de enero, dedicada a su veneración, es una explosión de color, música y fe, un momento de encuentro donde se renuevan los lazos que unen a los habitantes de Tila con su historia y sus creencias. Sin embargo, la llegada de la devoción a la Santa Marta Virgen ha trazado nuevas líneas en el mapa espiritual del pueblo, generando un diálogo, a veces tenso, entre las diferentes expresiones de la fe.
Pero el Señor de Tila no es la única presencia que habita el imaginario colectivo. Los nahuales, seres enigmáticos capaces de transformarse en animales, principalmente chivos, recorren los caminos nocturnos envueltos en un halo de misterio y temor. Guardianes de la naturaleza, se dice que pueden confundir a los viajeros desprevenidos, recordándoles el respeto que se debe a la tierra y sus secretos. Junto a ellos, los chaneques o ñek, pequeños seres traviesos que habitan en cuevas y montañas, tejen su propia trama de magia y travesuras. Esconden objetos, provocan enfermedades y juegan bromas a los humanos, una constante advertencia de que el mundo visible coexiste con otro, invisible, que exige respeto y consideración.
Las noches en Tila se llenan de susurros sobre la Llorona, la mujer que vaga junto al río lamentando la pérdida de su hijo. Su llanto desgarrador, eco de una tragedia ancestral, congela la sangre de quienes lo escuchan. En las alturas, las luces misteriosas que bailan sobre los cerros alimentan las leyendas sobre los aluxes, pequeños guardianes de tesoros ocultos, una promesa de riqueza para aquellos que se atrevan a buscarla.
Incluso los espacios más cotidianos están impregnados de historias. Bajo el templo principal, se dice que las almas de antiguos sacerdotes, decapitados como penitencia, aún rezan en la oscuridad. El reloj del cabildo, mudo testigo del paso del tiempo, es visto como un portal a otras dimensiones, un puente entre el pasado y el presente.
En un contexto marcado por el desplazamiento forzado y la lucha por el territorio, estas historias no son simples cuentos, sino un acto de resistencia cultural. Los relatos de espíritus protectores, guerreros míticos y seres mágicos refuerzan la identidad de los pueblos originarios, recordándoles su fuerza y su conexión con la tierra. La tradición oral, como un río subterráneo, mantiene viva la memoria colectiva, irrigando las raíces de la cultura y protegiendo el territorio ancestral. En cada palabra susurrada, en cada historia compartida, se renueva el pacto con el pasado y se fortalece la esperanza en el futuro. Los mitos y leyendas de Tila son, en definitiva, el alma de un pueblo que se niega a olvidar.
Fuente: El Heraldo de México