El incidente del micrófono volador de Cardi B continúa generando ondas expansivas, esta vez en los tribunales. Lo que comenzó como un caluroso concierto en el Drai's Beachclub de Las Vegas, se ha transformado en una batalla legal con acusaciones de agresión, negligencia y "grave angustia emocional". Recordemos los hechos: la rapera, en medio de la intensidad del verano en el desierto de Nevada, pidió al público un poco de agua para refrescarse. Si bien algunos asistentes respondieron a su petición con mesura, uno de ellos, al parecer, cruzó la línea y empapó a la artista con más entusiasmo del esperado. La reacción de Cardi B fue inmediata y contundente: lanzó el micrófono hacia la multitud, un gesto que capturaron decenas de teléfonos móviles y que rápidamente se viralizó en redes sociales.

Ahora, meses después del incidente, una fanática, cuya identidad se mantiene anónima, ha presentado una demanda contra la intérprete de "WAP". En el documento legal, la demandante alega haber sido golpeada en el rostro por el micrófono, causándole no sólo lesiones físicas, sino también un profundo impacto emocional. Describe sentimientos de "shock, humillación y angustia" que, según afirma, se vieron exacerbados por la posterior subasta del micrófono. El objeto, convertido en un controvertido recuerdo del incidente, alcanzó la impresionante cifra de casi 100,000 dólares, dinero que, aunque destinado a organizaciones benéficas, parece haber echado sal en la herida de la afectada, según argumenta su defensa.

La demanda, presentada ante la corte, acusa a Cardi B de agresión, negligencia y lesiones. La defensa de la fanática argumenta que la rapera actuó de manera desproporcionada y que, al lanzar el micrófono, era consciente del potencial daño físico que podía causar. Comparan la acción de arrojar el micrófono con la de recibir un poco de agua, insinuando que la reacción de la artista fue excesiva y puso en peligro la integridad física de los asistentes.

Este nuevo capítulo legal abre un debate sobre los límites de la interacción entre artistas y público. ¿Fue la reacción de Cardi B justificada? ¿Es responsable la artista por las lesiones, físicas y emocionales, que alega haber sufrido la demandante? ¿Influye la subasta del micrófono en la percepción del incidente? Estas son algunas de las preguntas que flotan en el aire mientras el caso se abre paso en los tribunales. Lo que sí es cierto es que, más allá del resultado legal, este incidente nos invita a reflexionar sobre el respeto y la responsabilidad en el contexto de un espectáculo público, y sobre las consecuencias, a veces imprevistas, de un momento de arrebato. El "mic drop" de Cardi B, sin duda, seguirá resonando en los medios y en la opinión pública durante un buen tiempo.