
24 de julio de 2025 a las 09:25
Ayala vs INE: ¿Golpe al Poder Judicial?
La democracia mexicana se tambalea. No es una metáfora, es una realidad palpable, un secreto a voces que se susurra en los cafés y se grita en las calles. El caso de los "acordeones" en la Nápoles, esas listas que predeterminaban los resultados electorales, es la punta del iceberg, el síntoma más visible de una enfermedad que corroe las entrañas del sistema. No hablamos de simples irregularidades, sino de una operación orquestada para desmantelar la transición democrática y erigir un nuevo régimen, uno donde el poder se concentra en unas pocas manos y la voluntad popular se convierte en una mera comparsa.
Los cuatro pilares de este nuevo orden son escalofriantes: la anulación de las aspiraciones individuales, sometidas al dictado del partido; la dualidad de un Estado que combina la represión con la captura económica de quienes dependen del presupuesto; el férreo control de los medios de comunicación, moldeando la narrativa a su conveniencia; y un partido hegemónico que busca absorber o eliminar a cualquier oposición. Este no es el México que soñamos, el México por el que luchamos.
La pasividad del INE ante la denuncia del ciudadano Mario Di Costanzo es indignante. Exigir videos como prueba, en una ciudad plagada de cámaras de vigilancia, es una burla, una excusa para evadir su responsabilidad. ¿Acaso el INE, el supuesto garante de la democracia, se ha convertido en cómplice de este atropello? ¿O es simplemente un títere más en manos del poder? Su inacción es una traición a la confianza ciudadana, una bofetada a la justicia y un peligroso precedente para el futuro.
La coincidencia entre los nombres en los "acordeones" y los resultados electorales es demasiado evidente para ignorarla. La probabilidad estadística es ínfima, cercana a lo imposible. Negar la manipulación es un insulto a la inteligencia. Mientras tanto, el "gran hermano" observa, omnipresente, pero ciego ante los delitos de sus allegados. La justicia selectiva, la impunidad rampante, son la norma en un país donde la ley se aplica a conveniencia.
La anécdota de Crosthwaite sobre la dificultad de conseguir un buen acordeón, aunque aparentemente trivial, adquiere un significado siniestro en este contexto. La ironía es amarga, dolorosa. Un instrumento musical, símbolo de alegría y fiesta, se convierte en metáfora de la corrupción y la manipulación política. La imagen del acordeón desafinado, rentado y precario, contrasta con la grandeza de figuras como Piero Calamandrei y Chiovenda, referentes del derecho y la justicia. Es la decadencia de los valores, la perversión del sistema, la tristeza de un país que se aleja de sus ideales.
La carretera 57, con sus interminables atascos, se convierte en un símbolo del estancamiento del país, de la parálisis de un sistema atrapado en la corrupción y la impunidad. Mientras tanto, la figura de la justicia, con los ojos vendados, se desvanece en la distancia, abandonada a su suerte. ¿Qué futuro nos espera si permitimos que la democracia se convierta en una farsa? ¿Qué legado dejaremos a las futuras generaciones? Es hora de despertar, de alzar la voz, de exigir un cambio real. El silencio es cómplice.
Fuente: El Heraldo de México