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24 de julio de 2025 a las 18:10

Alerta: Tailandia y Camboya, ¿nueva guerra?

La tensión en el sudeste asiático se ha disparado. La frontera entre Tailandia y Camboya, una línea de 800 kilómetros históricamente conflictiva, ha vuelto a ser escenario de enfrentamientos armados, dejando un rastro de muerte y destrucción a su paso. El intercambio de disparos, que ha involucrado armas pequeñas, artillería, cohetes e incluso incursiones aéreas por parte de Tailandia, representa una escalada alarmante en la disputa territorial que ambos países mantienen desde hace más de un siglo. La chispa que encendió la mecha en esta ocasión fue la explosión de una mina terrestre que mutiló a un soldado tailandés y dejó heridos a otros cuatro. Este incidente, aparentemente aislado, desató una reacción en cadena de consecuencias devastadoras.

Si bien los enfrentamientos en la frontera son recurrentes, la intensidad de los combates en esta ocasión es particularmente preocupante. A diferencia de escaramuzas anteriores, que solían ser breves e involucrar únicamente intercambio de disparos, la situación actual ha escalado a un nivel sin precedentes. La decisión de Tailandia de cerrar sus fronteras con Camboya, romper relaciones diplomáticas y expulsar al embajador camboyano, junto con la orden de repatriación del personal diplomático tailandés emitida por Camboya, son medidas drásticas que reflejan la gravedad del conflicto.

La disputa territorial se centra en una región fronteriza que ambos países reclaman como propia. El templo de Prasat Ta Muen Thom, una joya arquitectónica milenaria ubicada en la zona de conflicto, se ha convertido en un símbolo de la tensión entre ambas naciones. Imágenes desgarradoras capturadas por la agencia AP muestran a civiles buscando refugio en búnkeres de concreto mientras intentan escapar de los ataques, una cruda ilustración del impacto humano de este conflicto.

El uso de drones en la zona ha añadido otra capa de complejidad a la situación. Mientras el ejército tailandés afirma que el dron fue utilizado para vigilancia después de la explosión de la mina, Camboya acusa a Tailandia de haber disparado desde el aparato, lo que habría provocado la respuesta de sus soldados. Esta discrepancia en las versiones de los hechos subraya la profunda desconfianza que existe entre ambos países y dificulta la búsqueda de una solución pacífica.

La implicación de civiles en el conflicto es especialmente alarmante. Ambos países se acusan mutuamente de atacar objetivos civiles. Mientras Tailandia asegura haber bombardeado únicamente objetivos militares, Camboya denuncia que los ataques aéreos tailandeses impactaron zonas civiles densamente pobladas. El Ministerio de Defensa tailandés, por su parte, afirma que hubo incursiones militares camboyanas en territorio tailandés, incluyendo un ataque a un hospital. El saldo hasta el momento es trágico: al menos once muertos, incluyendo un soldado y diez civiles, y veintiocho heridos.

La historia de tensiones entre Tailandia y Camboya se remonta a más de un siglo, marcada por disputas territoriales y enfrentamientos periódicos. La raíz del conflicto se encuentra en la época del dominio colonial francés, cuando se trazaron los límites entre ambas naciones. La delimitación fronteriza, que dejó varios templos antiguos dentro del territorio camboyano, ha sido fuente de controversia desde entonces.

El enfrentamiento de 2011 cerca del templo de Preah Vihear, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que dejó un saldo de veinte muertos, es un ejemplo trágico de la violencia que ha marcado la relación entre ambos países. Si bien la Corte Internacional de Justicia falló a favor de Camboya en 2013, Tailandia no reconoce la jurisdicción de la corte y continúa reclamando el territorio en disputa.

La actual escalada del conflicto, con el intercambio de acusaciones, el cierre de fronteras y la ruptura de relaciones diplomáticas, representa un retroceso significativo en los esfuerzos por lograr una solución pacífica y duradera a la disputa territorial. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, instando a ambas partes a ejercer la máxima contención y a retomar el diálogo para evitar un mayor derramamiento de sangre. La paz y la estabilidad en la región dependen de la voluntad de Tailandia y Camboya de encontrar una salida negociada a este conflicto histórico.

Fuente: El Heraldo de México