El mundo de la música está de luto. La figura icónica de Ozzy Osbourne, el "Príncipe de las Tinieblas", ha dejado este plano terrenal a la edad de 76 años, dejando tras de sí un legado imborrable en la historia del rock y el metal. Su partida, si bien dolorosa, parece haber sido prevista por el propio artista, quien en diversas entrevistas dejó entrever una premonición escalofriante sobre su propio final.

Un halo de misterio envuelve las circunstancias exactas de su fallecimiento. Si bien aún no se ha revelado la causa oficial de su muerte, sus últimas declaraciones públicas resuenan con una fuerza profética que estremece. Recordemos que el legendario vocalista de Black Sabbath se despidió de los escenarios en un apoteósico concierto en el estadio Villa Park, hogar de su amado equipo Aston Villa. Esta emotiva despedida, a la luz de los acontecimientos recientes, cobra un significado aún más profundo y conmovedor.

Años atrás, Osbourne había compartido con el público sus crecientes problemas de salud. Una fuerte caída que requirió una cirugía de cadera marcó un punto de inflexión en su vida. La intervención, lejos de aliviar su dolor, agravó su condición, sumándose a las secuelas de un accidente previo en 2003. Estos episodios fueron deteriorando progresivamente su calidad de vida y limitando su movilidad, la misma que lo caracterizó en sus electrizantes presentaciones sobre el escenario. "Me van a poner una epidural pronto… debajo hay dos vértebras donde me golpeó la bici, que están destrozadas, ya no existen más”, confesaba un Ozzy visiblemente afectado por el dolor.

En 2019, el panorama se complicaba aún más. Una lesión en la espalda se sumaba a la lista de dolencias que aquejaban al artista, mermando su legendaria energía. Sin embargo, su espíritu indomable se negaba a rendirse. A pesar de las adversidades, Ozzy anhelaba un último acto de gloria sobre los escenarios, una despedida a la altura de su legendaria trayectoria.

En una entrevista concedida en 2023, Osbourne pronunció unas palabras que hoy resuenan con una fuerza inquietante. Predijo que caería muerto después de su último concierto. Ese concierto, precisamente, tuvo lugar el pasado 5 de julio en el Villa Park. Tan solo dos semanas después, su profecía se cumplía. “Solo quiero estar lo suficiente bien para hacer un espectáculo en el que pueda decir: 'Hola chicos, muchas gracias por mi vida… si caigo muerto al final, moriré como un hombre feliz’”, declaró.

Su última presentación en el Villa Park fue una muestra de resiliencia y pasión. Entregó todo lo que le quedaba, consciente de la posibilidad de que fuera su último acto en este mundo. "Si mi Dios quiere que haga el show, lo haré dándolo todo con lo que tengo”, proclamó en el escenario.

Ozzy Osbourne no solo fue un músico excepcional, fue un ícono cultural que trascendió generaciones. Su música, su personalidad irreverente y su inquebrantable espíritu lo convirtieron en una leyenda. Su partida deja un vacío inmenso en el mundo de la música, pero su legado seguirá vivo en la memoria de millones de fans que crecieron con su música y vibraron con su energía inigualable. El Príncipe de las Tinieblas ha partido, pero su reinado en el corazón del rock and roll será eterno.