La desaparición de un niño siempre sacude los cimientos de una comunidad, sembrando la angustia y la incertidumbre en cada rincón. El caso de Luis Ángel Tecoya Tolentino, de tan solo seis años, no es la excepción. La imagen de su rostro, radiante de alegría en su graduación de kínder, contrasta dolorosamente con la preocupación que ahora embarga a la alcaldía Venustiano Carranza y a toda la Ciudad de México. Un domingo cualquiera, un día que prometía risas y juegos, se transformó en una pesadilla para su familia. A las 12:51 horas, el pequeño Luis Ángel se desvaneció en el aire de la colonia Aviación Civil, dejando tras de sí un vacío inexplicable y un mar de preguntas sin respuesta.

El expediente 753/2025 de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ CDMX) registra la fría descripción de los hechos: un metro de estatura, complexión delgada, tez morena clara, cabello negro lacio, ojos negros pequeños y una cicatriz en una de sus cejas, marcas distintivas de un niño que ahora es buscado con desesperación. Un pants negro, una sudadera del mismo color y unas chanclas azules, la última vestimenta que se le recuerda. Prendas sencillas, cotidianas, que ahora se convierten en pistas, en señales que podrían conducir a su paradero.

La Alerta Amber activada por las autoridades es un grito desesperado que resuena en las redes sociales, en los medios de comunicación, en las calles de la ciudad. Una súplica colectiva para que cualquier información, por mínima que parezca, sea compartida con las autoridades. Cada minuto que pasa es crucial, cada detalle puede marcar la diferencia. La angustia de la familia se multiplica con el paso del tiempo, la incertidumbre se convierte en una pesada losa que aplasta la esperanza.

La Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México trabaja contra reloj, coordinando esfuerzos, siguiendo cada pista, analizando cada indicio. La ciudadanía, convertida en una red solidaria, se suma a la búsqueda, compartiendo la imagen de Luis Ángel, preguntando, observando, esperando. La desaparición de un niño es una herida abierta en el tejido social, un recordatorio de la vulnerabilidad que nos acecha.

Más allá de los datos fríos del expediente, Luis Ángel es un niño que merece volver a casa, a los brazos de su familia. Es un niño que merece seguir soñando, jugando, creciendo. La sociedad entera tiene la responsabilidad de colaborar en su búsqueda, de no permitir que su caso se convierta en uno más en la lista de desaparecidos. La esperanza, aunque frágil, se mantiene viva. La solidaridad, como un faro en la oscuridad, ilumina el camino hacia su encuentro. Cualquier información que pueda ayudar a localizar a Luis Ángel, por favor, compártala a los números (55) 5345 5067, (55) 5345 5084, (55) 5345 5082. Las líneas están abiertas las 24 horas del día, los 365 días del año. La voz de Luis Ángel nos necesita. No nos quedemos en silencio.