La tragedia ha enlutado a una familia venezolana y conmocionado a toda una comunidad. La joven Norkis Valeria Brito Gámez, a punto de culminar sus estudios de bachillerato y con un futuro lleno de promesas, vio su vida truncada de la manera más cruel. El pasado domingo 13 de julio, una tarde que debía ser de alegría y compañía se transformó en una pesadilla. La invitación de su novio, un joven de 19 años, a pasar la tarde juntos se convirtió en el preludio de un horror inimaginable. Horas después, Norkis llegaba sin vida al Hospital Materno de Caricuao, llevada por el mismo joven que la había invitado. La noticia cayó como un mazazo sobre sus familiares, quienes se aferraban a la esperanza de un error, de un malentendido. Pero la confirmación médica fue implacable: no había nada más que hacer. Desde ese instante, la angustia y la desesperación se mezclaron con la exigencia de justicia. El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) inició las investigaciones, y los primeros resultados apuntan a un escenario desgarrador: abuso sexual y asfixia. El novio de Norkis se encuentra detenido, enfrentando un proceso por femicidio.

El clamor por justicia se ha extendido más allá de los muros del dolor familiar. En redes sociales, amigos, conocidos e incluso desconocidos han alzado sus voces para exigir que este crimen no quede impune. El padre de Norkis, Ryomen Brito, con el corazón destrozado, ha clamado públicamente para que se investigue a fondo y se determine si existen otras personas involucradas en este acto atroz. Sus palabras reflejan el dolor de un padre que ha perdido a su hija, pero también la firmeza de quien busca la verdad y el castigo para los responsables.

El sepelio de Norkis, el pasado miércoles 16 de julio, se convirtió en una desgarradora manifestación de duelo colectivo. Familiares, compañeros de estudio, vecinos y amigos acompañaron a la familia en su último adiós. El recuerdo de su alegría, su entusiasmo por la próxima graduación y sus sueños de un futuro brillante se mezclaron con la tristeza y la indignación. Norkis, una joven llena de vida, con aspiraciones de seguir estudiando, trabajar y ayudar a su familia, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia de género en Venezuela.

La confirmación del abuso sexual y la asfixia como causa de muerte, a través del análisis forense, ha intensificado la indignación y la demanda de justicia. Mientras el detenido permanece bajo custodia y el Ministerio Público avanza en las diligencias del caso, la sociedad venezolana espera que se aplique todo el peso de la ley. La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia contempla penas de 28 a 30 años de cárcel para el delito de femicidio, un delito considerado grave y que debe ser castigado con la máxima severidad.

Este caso nos recuerda la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia de género y la necesidad de fortalecer las políticas públicas para prevenir y erradicar este flagelo. La memoria de Norkis Valeria Brito Gámez debe servir como un llamado a la reflexión y a la acción para construir una sociedad donde las mujeres puedan vivir libres de violencia y desarrollar plenamente su potencial. Es un imperativo ético y social garantizar la justicia para Norkis y para todas las víctimas de femicidio en Venezuela. No podemos permitir que la impunidad se imponga y que la violencia siga arrebatando vidas y sueños.