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23 de julio de 2025 a las 17:05

Fortalece tu centro: Descubre tu piso pélvico

El silencio que rodea al piso pélvico es un enigma de la salud moderna. A menudo relegado a un segundo plano, este conjunto de músculos y tejidos, esencial para funciones tan básicas como orinar, evacuar o mantener una postura correcta, sufre en silencio, oculto bajo el tabú y la desinformación. Millones de personas, en su mayoría mujeres, conviven a diario con síntomas que podrían aliviarse o incluso desaparecer con un tratamiento adecuado, pero que, por desconocimiento, se normalizan como parte inevitable del proceso de envejecimiento o de la maternidad.

Es hora de romper el silencio. El piso pélvico, esa "hamaca" muscular que sostiene nuestros órganos pélvicos, no es un tema exclusivo de la edad avanzada o del posparto. Atletas de alto rendimiento, especialmente aquellos que practican disciplinas de impacto como correr o levantar pesas, también son susceptibles a disfunciones en esta zona. La presión repetitiva, si no se gestiona correctamente con una técnica adecuada y un entrenamiento específico, puede debilitar esta estructura esencial.

Es crucial entender la diferencia entre una disfunción y una lesión del piso pélvico. La lesión implica un daño físico, como un desgarro. La disfunción, por otro lado, significa que los músculos no funcionan correctamente, ya sea por debilidad o por excesiva tensión. Ambas situaciones requieren atención especializada, pero la disfunción, mucho más común, a menudo pasa desapercibida.

Los síntomas pueden ser sutiles: escapes de orina al reír, toser o estornudar, dificultad para vaciar completamente la vejiga, sensación de presión en la zona baja del abdomen, dolor durante las relaciones sexuales, estreñimiento crónico… Señales que, lejos de ser "normales", indican que algo no marcha bien y que es necesario buscar ayuda profesional.

No hay que esperar a que los síntomas se agraven. La prevención es clave. Las mujeres, especialmente entre los 20 y 30 años, deberían considerar una revisión con un especialista, incluso en ausencia de síntomas, sobre todo si practican deporte con regularidad. Un diagnóstico temprano puede evitar futuros problemas y optimizar el rendimiento físico.

El diagnóstico, por lo general, es sencillo. Una entrevista clínica y una exploración física suelen ser suficientes. En algunos casos, se pueden requerir estudios complementarios como la manometría anorrectal o el ultrasonido del piso pélvico para una evaluación más precisa.

El tratamiento se adapta a la causa del problema. Los ejercicios de Kegel, que consisten en contraer y relajar los músculos del piso pélvico, son la base de la mayoría de los tratamientos. Es importante que un profesional supervise la correcta ejecución de estos ejercicios para garantizar su eficacia. Otras opciones no invasivas incluyen la electroestimulación y la fisioterapia especializada. En casos de prolapso de órgano pélvico, puede ser necesaria la cirugía.

Ignorar una disfunción del piso pélvico puede tener consecuencias significativas en la calidad de vida. No se trata solo de escapes de orina o molestias. El impacto se extiende a la esfera sexual, la actividad física y el bienestar general. Es fundamental recordar que, al igual que cualquier otro grupo muscular, el piso pélvico necesita entrenamiento y cuidado constante para mantenerse fuerte y funcional.

Hablar del piso pélvico es hablar de salud integral. Es un tema que nos concierne a todos, hombres y mujeres, deportistas o no. Romper el silencio, informarse y buscar ayuda profesional son los primeros pasos para recuperar el control y disfrutar de una vida plena y saludable.

Fuente: El Heraldo de México