México se prepara para recibir al mundo, con esa mezcla única de hospitalidad cálida y festiva que nos caracteriza. Una nación orgullosa, que a pesar de sus pesares, siempre encuentra motivos para celebrar. La maquinaria organizativa, curtida en la experiencia de dos mundiales previos, promete estadios impecables y una logística a la altura del evento. Nuestros visitantes, sin duda, se encontrarán con todo eso y mucho más.

Mucho más, como por ejemplo, la ruleta rusa que representa el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. ¿Saldrás indemne o te tocará la casilla de la infección urinaria por aguas estancadas, el derrumbe de un plafón o un resbalón épico gracias a las goteras de una temporada de lluvias que pondrá a prueba la impermeabilización? Prepárense para una revisión de equipaje estilo vintage, "¿Trae electrónicos, caballero? ¿Tabaco?", y para el fascinante misterio de las botellas de rompope con sarape que adornan la Terminal 1 desde tiempos inmemoriales, un souvenir que nadie parece comprar jamás.

Y la aventura no termina ahí. Bellingham, Lamine, Vinicius o incluso el mismísimo Infantino podrían ser testigos de un bloqueo magisterial de la CNTE, del vandalismo enmascarado arrasando una terminal de Metrobús, un restaurante o un banco, con la policía como mero espectador, o, ¿por qué no?, de todo lo anterior. Sin olvidar la posibilidad de un asalto a mano armada en Viaducto, la extorsión disfrazada de "engomado" por parte de agentes de tránsito, o una tragedia en Garibaldi.

El icónico Paseo de la Reforma, en su tramo más elegante, se ha transformado en un corredor gastronómico popular, con puestos de suadero, gomichelas y plátanos fritos con leche condensada, cortesía de la nueva administración capitalina. El Palacio de Bellas Artes, por su parte, ofrecerá una experiencia cultural enriquecida con la venta de ropa de pacas. Y con las lluvias, la posibilidad de ser rescatado de un bajo puente inundado, esquivando un Tsuru-taxi arrastrado por la corriente, mientras las alcantarillas se convierten en géiseres de aguas negras.

En los palcos VIP, secretarios de Estado, gobernadores, legisladores, la progenie de líderes históricos e incluso alcaldes de Morena ocuparán sus asientos de 900 mil pesos. No descartemos la posibilidad de algún intento de aterrizaje en helicóptero dentro del estadio. Imaginen las inauguraciones con banda militar, la Danza de los Viejitos, concheros, exhibiciones de huipiles, réplicas monumentales de pirámides, representaciones teatrales del heroísmo prehispánico y carros alegóricos dedicados a la expropiación petrolera.

Y, como broche de oro, la posibilidad de que algún gobernador, envalentonado por el exceso de single malt de 25 años con agua mineral, protagonice un altercado al intentar colarse al vestidor de la selección alemana. México, en todo su esplendor. Un país que te recibe con los brazos abiertos, listo para mostrarte su rostro más auténtico, con sus luces y sus sombras. Una experiencia inolvidable, sin duda.