Un escalofrío recorre la espina dorsal de Chihuahua. La tragedia se ha cernido sobre Parral, dejando una herida abierta en el corazón de la comunidad. Dos pequeñas, Génesis Nahomy y Yeyly Valeria, con la vida por delante, han sido arrebatadas de este mundo en un acto de incomprensible desesperación. La imagen de sus rostros, sonrientes e inocentes, vestidas de azul con coletas, contrasta brutalmente con la oscuridad del suceso que les robó el futuro. Una fotografía, enviada a su madre a las 16:14 horas, un instante congelado en el tiempo, se ha convertido en el último testimonio de su existencia. Iban en el auto con su padre, un Versa blanco, rumbo a un destino que nadie podría haber imaginado.

Esa imagen, que en otro contexto habría sido un simple registro familiar, ahora es un puñal clavado en el alma de una madre. Horas después de recibirla, la angustia se apoderó de ella. La imposibilidad de contactar con sus hijas y con su expareja, Jesús Omar, desató la alarma. El 17 de julio, la desesperación la llevó a las puertas de la Fiscalía de Distrito Zona Sur de Chihuahua, buscando respuestas, aferrándose a la esperanza. Pero la esperanza se desvaneció con la crueldad de la realidad.

Un día después, un reporte sobre un Versa blanco abandonado en la Presa Parral se convirtió en la pieza clave de un rompecabezas macabro. La identificación del vehículo por parte de la madre fue el preludio de una noticia devastadora. Las investigaciones de la Agencia Estatal de Investigación revelaron la terrible verdad: las niñas habían sido envenenadas, y su padre, autor del atroz crimen, se había quitado la vida utilizando la misma sustancia.

La comunidad de Parral se encuentra conmocionada, sumida en un profundo dolor. La tragedia de Génesis y Yeyly ha trascendido las fronteras del municipio, conmoviendo a todo el estado de Chihuahua. ¿Cómo es posible que una situación llegue a tal extremo? ¿Qué mecanismos fallaron para prevenir este desenlace fatal? Las preguntas se agolpan en la mente de todos, buscando una explicación que quizás nunca llegue.

El velatorio de las dos pequeñas y de su padre se convirtió en un escenario de desgarradoras escenas de dolor. Familiares y amigos se unieron para despedir a las víctimas de esta tragedia, en un ambiente de tristeza e incredulidad. La historia de Génesis y Yeyly es un recordatorio doloroso de la fragilidad de la vida y de la importancia de la atención a la salud mental. Es un llamado a la reflexión sobre la necesidad de fortalecer las redes de apoyo para las familias en situaciones de vulnerabilidad, para que ninguna otra madre tenga que sufrir la pérdida irreparable de sus hijos en circunstancias tan trágicas. Este caso deja una profunda huella en la memoria colectiva de Chihuahua, una cicatriz que tardará mucho en sanar.