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22 de julio de 2025 a las 17:25

TDJ, ¿garras contra la justicia?

La llegada del Tribunal de Disciplina Judicial (TDJ) ha generado un torbellino de expectativas y, por qué no decirlo, también de inquietudes en el ámbito judicial mexicano. Se habla de un organismo con “uñas y dientes”, capaz de sancionar con firmeza las conductas inapropiadas de los jueces. Imaginen, por un momento, la trascendencia de esto: un sistema donde la impunidad judicial deja de ser la norma y donde la rendición de cuentas se convierte en el pilar fundamental. Este cambio de paradigma, sin duda, es motivo de esperanza para una sociedad que anhela justicia.

Sin embargo, como era de esperar, la instauración del TDJ no ha estado exenta de controversias. La preocupación de algunos jueces, quienes ven en este nuevo tribunal un ente inquisidor, es palpable. El temor a ser sancionados injustamente, a que sus decisiones sean revisadas con lupa y a la posible pérdida de su autonomía, son fantasmas que rondan en los pasillos de los juzgados. Es comprensible, el cambio siempre genera incertidumbre.

Ante esta ola de especulaciones, es crucial entender la verdadera naturaleza del TDJ. No se trata de una "cuarta instancia", como algunos han sugerido. Su función no es revisar las sentencias judiciales, sino la conducta de quienes las emiten. La diferencia es sustancial. El TDJ no se inmiscuirá en el fondo de los asuntos, sino que se enfocará en la probidad y la rectitud de los jueces. ¿Se imaginan la implicación de esto? Jueces actuando bajo los principios de ética e imparcialidad, sin presiones externas y con la certeza de que su labor será evaluada con rigor.

La corrupción judicial, un cáncer que ha corroído nuestro sistema durante décadas, finalmente encontrará un adversario formidable. El TDJ tiene el poder de sancionar, incluso con penas de cárcel, a aquellos jueces que se desvíen del camino de la justicia. Piensen en las consecuencias: jueces corruptos tras las rejas, un mensaje contundente para quienes pretendan utilizar su cargo para beneficio propio. Este es el cambio que México necesita.

Pero no todo se reduce a la corrupción. La ineficiencia judicial, la mora judicial, también será combatida con firmeza. Aquellos jueces que, sin justificación alguna, retrasen los juicios o apliquen mal las leyes, enfrentarán las consecuencias de sus actos. Imaginen un sistema judicial ágil y eficiente, donde los juicios se resuelven con prontitud y donde la justicia no se demora. Este es el objetivo que persigue el TDJ.

La tarea que tiene por delante el TDJ es titánica. Recibirá un cúmulo de expedientes de la Unidad General de Investigación de Responsabilidades Administrativas (UGIRA), casos que, en muchos casos, llevan años sin resolverse. La depuración del sistema judicial no será un proceso sencillo, pero es un paso indispensable para construir un país más justo y equitativo.

El mensaje que envía el TDJ es claro: responsabilidad y estricto apego a la ley. Un mensaje de esperanza para la ciudadanía y una advertencia para aquellos jueces que han olvidado su juramento de impartir justicia con rectitud e independencia. El futuro del sistema judicial mexicano está en juego, y el TDJ tiene la responsabilidad de guiarlo hacia la transparencia y la eficacia.

Fuente: El Heraldo de México