
22 de julio de 2025 a las 12:45
Siente la Música, Siente la Vida
La resonancia de los afrobeats en las playas catalanas, como telón de fondo de unas vacaciones familiares, es mucho más que una simple anécdota. Es un síntoma, una señal de los tiempos que corren, una muestra palpable de cómo los sonidos del sur global están conquistando el mundo, infiltrándose en las listas de éxitos, en las radios comerciales e incluso en los chiringuitos a pie de playa. El amapiano, ese ritmo contagioso nacido en Sudáfrica, se ha convertido en la banda sonora del verano, desbancando, al menos temporalmente, a géneros más tradicionales. Este fenómeno, lejos de ser casual, refleja un cambio de paradigma en la industria musical, donde las voces y los ritmos históricamente silenciados comienzan a tomar el protagonismo que les corresponde.
No se trata simplemente de una cuestión de gustos musicales, sino de una reivindicación cultural profunda. Tania Safura Adam, autora de "Voces negras: Una historia oral de las músicas populares africanas", lo explica con claridad: se trata de "recuperar y recolonizar el discurso de la historia de las músicas africanas". Su libro es un viaje fascinante a través de la riqueza y complejidad de la música africana, una historia marcada por la esclavitud, el colonialismo y la apropiación, pero también por la resistencia, la creatividad y la inmensa capacidad de reinventarse. Es una historia que resuena con fuerza en otras regiones, como Latinoamérica, que comparten una experiencia similar de marginación y silenciamiento.
La transmisión oral, como elemento clave en la preservación de la música africana, cobra especial relevancia en la obra de Safura Adam. No solo se centra en los aspectos técnicos y musicales, sino que también explora la dimensión humana y emocional de la música, cómo se transmite de generación en generación a través de las historias, las costumbres y las vivencias cotidianas. La autora comparte momentos íntimos con su madre, cocinando y conversando, ilustrando cómo la música forma parte integral de la vida, de la identidad y de la memoria colectiva.
La colonización, como un proceso de imposición cultural, ha dejado una profunda huella en la música africana. La prohibición de las lenguas nativas y la denigración de las expresiones culturales tradicionales generaron un sentimiento de inferioridad en las poblaciones colonizadas, un proceso de despojo cultural que aún hoy perdura. Sin embargo, la música, como expresión vital del ser humano, ha resistido a estas imposiciones, encontrando formas de subsistir y transformarse, adaptándose a las nuevas realidades sin perder su esencia.
La lucha por el reconocimiento y la visibilidad de las músicas africanas y latinoamericanas es una batalla que se libra en múltiples frentes. A pesar de los avances, la colonialidad cultural sigue operando, relegando a un segundo plano las creaciones del sur global. No obstante, la emergencia de nuevos sonidos urbanos, tanto en Latinoamérica como en África, está desafiando este orden establecido, escalando posiciones en las listas de éxitos y demostrando que la música puede ser una poderosa herramienta de subversión y empoderamiento.
La necesidad de reescribir la historia desde una perspectiva no eurocéntrica es crucial para comprender la riqueza y la complejidad de las músicas del mundo. La educación juega un papel fundamental en este proceso, desmontando los mitos y prejuicios que aún persisten en los libros de texto y en el imaginario colectivo. Es necesario reconocer el impacto devastador del colonialismo y la esclavitud en la cultura y la música, y dar voz a las historias silenciadas.
La conexión entre África y Latinoamérica, a través de la música, es un tema que merece una exploración más profunda. La influencia africana en la música latinoamericana es innegable, y su estudio nos permite comprender la complejidad de los intercambios culturales y las migraciones forzadas que han dado forma a la identidad musical de ambos continentes. La música, como un lenguaje universal, nos permite conectar con nuestras raíces, celebrar nuestra diversidad y construir un futuro más inclusivo y equitativo.
Fuente: El Heraldo de México