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23 de julio de 2025 a las 02:55
Ozzy Osbourne: Funeral en vida y homenaje a Black Sabbath
El eco de los amplificadores aún resuena en Birmingham. Un eco que no solo vibra con la potencia de los riffs que definieron una era, sino con la emoción de un adiós anticipado. El "Príncipe de las Tinieblas", Ozzy Osbourne, nos ha dejado, pero su despedida, más que un funeral, fue una apoteosis. Un concierto monumental, "Back to the Beginning", que se grabó a fuego en la memoria de los miles de asistentes y millones que lo presenciaron vía streaming. Villa Park, el estadio de su amado Aston Villa, se convirtió en el escenario de una despedida en vida, una ceremonia catártica donde el heavy metal lloró, celebró y rugió al unísono. Más que un concierto, fue una peregrinación al corazón mismo de la oscuridad y la distorsión, una misa negra oficiada por el sumo sacerdote del género.
No fue una despedida cualquiera. Fue un funeral vikingo, una pira musical en la que ardieron los riffs más icónicos de la historia del rock. Y no estuvo solo. Las huestes del metal, sus discípulos y herederos, se congregaron para rendirle tributo. Desde los titanes Mastodon, abriendo la jornada con su brutalidad sónica, hasta la furia controlada de Lamb of God, cada banda, cada nota, cada grito, fue una ofrenda al legado del "Madman". Rival Sons, con su blues rock ardiente, Anthrax, con su thrash metal implacable, y Halestorm, con la poderosa voz de Lzzy Hale, demostraron que la semilla plantada por Black Sabbath ha germinado en un bosque sonoro inmenso y diverso.
La tarde avanzó con la intensidad de un huracán. Gojira, con su metal progresivo y atmosférico, preparó el terreno para la melancolía grunge de Alice in Chains. Yungblud, la joven promesa, conmovió a la multitud con una sentida interpretación de "Changes", demostrando que la música de Ozzy trasciende generaciones. La aparición de Jake E. Lee, guitarrista que acompañó a Ozzy en su etapa solista, fue un guiño a los fans de la primera hora, un recordatorio de la fuerza creativa que siempre rodeó al Príncipe.
Y luego, el segmento "superstar", una constelación de leyendas reunidas para honrar al maestro. Steven Tyler, con su voz inconfundible, Ronnie Wood, con su guitarra bluesera, y Billy Corgan, con su aura enigmática, se unieron a Tom Morello en un homenaje que desbordó talento y emoción. La imagen de Tobias Forge, el Papa Emeritus de Ghost, interpretando "Bark at the Moon" con su teatralidad característica, se quedará grabada en la retina de todos los presentes. Un momento surrealista, hermoso y perturbador a la vez, que resumió la esencia misma de Ozzy: la dualidad entre la oscuridad y la luz, la locura y la genialidad.
La intensidad fue in crescendo. Pantera, con su groove metal demoledor, y Tool, con su complejidad progresiva, prepararon el escenario para la llegada de los gigantes. Guns N’ Roses, con Axl Rose en plena forma, sorprendió con versiones de "Never Say Die" y "Sabbath Bloody Sabbath". Y luego, la tormenta perfecta: Metallica. James Hetfield y compañía desataron la locura con "Hole in the Sky" y "For Whom the Bell Tolls", recordándonos por qué son los reyes del thrash metal.
Finalmente, el momento esperado. Ozzy, en su trono negro, frágil pero imponente, como un rey destronado que conserva su dignidad. "Crazy Train", "Mama, I’m Coming Home", "Mr. Crowley", "Suicide Solution"… cada canción fue un puñetazo en el estómago, un recordatorio de su poderío vocal y su capacidad para conectar con las emociones más profundas. El público, entre lágrimas y ovaciones, le regaló la despedida que se merecía.
Y para cerrar, la leyenda. Black Sabbath, con Iommi, Butler y Ward, en una última descarga de energía pura. "Paranoid", "War Pigs", "Iron Man"… himnos que resonaron con la fuerza de un volcán en erupción. La imagen de Iommi, tocando con sus prótesis, y Butler, con su bajo con los colores del Aston Villa, se convirtió en un símbolo de resistencia, de pasión, de amor por la música.
Birmingham, la ciudad que vio nacer al monstruo, se despidió de su hijo pródigo. Un adiós que resonará por siempre en los anales del rock. Ozzy Osbourne, el Príncipe de las Tinieblas, se ha ido, pero su legado, como el eco de los amplificadores en Villa Park, seguirá vibrando por generaciones.
Fuente: El Heraldo de México