
22 de julio de 2025 a las 22:15
Ozzy: El Príncipe Oscuro del Rock
El silencio ha caído sobre el escenario, un silencio denso y cargado de una tristeza que se extiende como una sombra por todo el mundo. Ozzy Osbourne, el icónico "Príncipe de las Tinieblas", nos ha dejado. Su voz, esa voz rasposa, a veces desgarrada, pero siempre llena de una fuerza visceral que resonaba en lo más profundo del alma, se ha apagado. Aunque su partida no es del todo inesperada, dada su lucha contra el Parkinson, el impacto es devastador. Es como si un pilar fundamental del heavy metal se hubiera derrumbado, dejando un vacío que difícilmente podrá ser llenado.
Recordamos sus inicios, allá en Birmingham, en la efervescente escena musical de los 60. Desde Rare Breed, donde ya se vislumbraba su innegable carisma, hasta la formación de Earth, junto a Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward, el camino estaba trazado. El cambio de nombre a Black Sabbath marcaría un antes y un después en la historia del rock. Un nombre premonitorio que anticipaba la oscuridad y la potencia de su música, un sonido que rompió los esquemas de la época y que se convertiría en la piedra angular del heavy metal.
¿Cómo olvidar esos riffs hipnóticos de Tony Iommi, la base rítmica contundente de Bill Ward y las líneas de bajo inconfundibles de Geezer Butler, todo ello entrelazado con la voz única de Ozzy? Una voz que, como bien decía Iván Nieblas "El Patas", no era precisamente virtuosa en el sentido clásico, pero que poseía una autenticidad y una capacidad de transmitir emociones primarias que la convertían en legendaria. Era la voz de la rebeldía, de la angustia, de la oscuridad, pero también de una extraña y fascinante belleza.
Y qué decir de su presencia escénica. Ozzy en el escenario era un torbellino de energía, un personaje enigmático y cautivador que encarnaba a la perfección la imagen del "Príncipe de las Tinieblas". Sus movimientos espasmódicos, sus expresiones faciales exageradas, su interacción con el público, todo contribuía a crear un espectáculo inolvidable. Un espectáculo que, a la luz de su reciente partida, cobra un nuevo significado. Ese último concierto, que ahora sabemos fue su despedida, se convierte en un tesoro invaluable, un último regalo para sus fans, una oportunidad de ver al maestro en acción una vez más.
Pero más allá del personaje escénico, del icono del rock, estaba el hombre, el esposo, el padre. Un Ozzy Osbourne que, lejos de los focos y el ruido de los conciertos, compartía su vida con Sharon, su esposa y manager, y con sus hijos, Kelly y Jack. Un hombre que luchaba contra sus propios demonios, contra las adicciones y las enfermedades. Un hombre que, a pesar de todo, nunca perdió su pasión por la música.
La noticia de su muerte ha generado una ola de conmoción y tristeza en todo el mundo. Las redes sociales se han inundado de mensajes de condolencia, de recuerdos, de anécdotas. Fans de todas las generaciones comparten su música, sus videos, sus frases, manteniendo vivo su legado. Porque la música de Black Sabbath, la voz de Ozzy Osbourne, trasciende el tiempo y las generaciones. Es un legado que permanecerá para siempre, resonando en los corazones de aquellos que encontraron en su música un refugio, una forma de expresión, una conexión con la oscuridad y la luz que habitan en cada uno de nosotros. El Príncipe de las Tinieblas se ha ido, pero su reinado en el mundo del rock es eterno.
Fuente: El Heraldo de México