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22 de julio de 2025 a las 22:50

Horror en Pitiquito: Descubren fosa con 6 cuerpos

La desolación se aferra a la tierra árida de Pitiquito, Sonora. El monte, testigo silencioso de una tragedia aún sin nombre, guarda entre sus piedras y arbustos los restos fragmentados de al menos siete vidas truncadas. La esperanza, sin embargo, se niega a extinguirse. Encarnando la fuerza inquebrantable del amor materno, las Madres Buscadoras por la Paz, con Cecilia Delgado a la cabeza, han arrancado del silencio del desierto un eco de verdad. Un llamado anónimo, una chispa en la oscuridad, las guió hasta "El Repecho", en el equipo Feliz Gómez, también conocido como "El Dipo". Allí, en la cima de un cerro, la tierra devolvió lo que le había sido arrebatado: huesos dispersos, como un rompecabezas macabro, junto a prendas y pertenencias, mudos testigos de historias interrumpidas.

La tarde del lunes, bajo el sol implacable de Sonora, la búsqueda se convirtió en un doloroso encuentro. No solo huesos emergieron de la tierra, sino también los casquillos de diferentes calibres, ecos metálicos de la violencia que segó estas vidas. Cada fragmento óseo, cada prenda desgarrada, cada casquillo encontrado, se transforma en una pieza clave en el puzle de la verdad. La Fiscalía General de Sonora, respondiendo al llamado de la justicia y la esperanza, desplegó su equipo de Servicios Periciales. Con la meticulosidad que exige la ciencia forense, recogieron cada indicio, cada fragmento de hueso, cada pertenencia, con el respeto y la solemnidad que merecen las víctimas y sus familias. La escena, cuidadosamente procesada, se transformó en un laboratorio al aire libre, donde la ciencia se une al dolor en la búsqueda de respuestas.

El camino de terracería que serpentea por el monte, ahora marcado por el hallazgo, se convierte en un símbolo del largo y tortuoso camino que aún queda por recorrer. Las prendas de camuflaje, los pantalones de mezclilla, las botas tácticas que guardaban en su interior la fría huella de la muerte, nos hablan de vidas comunes, de personas que un día caminaron, rieron, amaron, y que ahora son solo un puñado de huesos y recuerdos fragmentados. El Laboratorio de Inteligencia Científica Forense de Hermosillo, con su tecnología de vanguardia, se convierte en el último bastión de esperanza. Allí, los huesos hablarán, los tejidos revelarán sus secretos y la ciencia forense, con su lenguaje preciso y objetivo, intentará reconstruir las historias que la violencia intentó silenciar.

Seis, quizás siete, las vidas que el desierto ha devuelto. Seis, quizás siete, las familias que esperan con el alma en vilo la identificación de sus seres queridos. La Fiscalía de Sonora, consciente de la inmensa responsabilidad que recae sobre sus hombros, ha reafirmado su compromiso con la verdad y la justicia. En coordinación con las familias buscadoras y las instancias de seguridad, trabajarán incansablemente para devolverles la identidad a las víctimas y la paz a sus familias. La búsqueda continúa, la esperanza persiste. En el árido paisaje de Pitiquito, la lucha contra el olvido se libra día a día, impulsada por el amor inquebrantable de las Madres Buscadoras y el compromiso ineludible de la justicia. Mientras tanto, el desierto guarda sus secretos, esperando que la verdad, como un brote de vida en la tierra seca, florezca y traiga consigo el consuelo y la justicia que tanto se anhelan.

Fuente: El Heraldo de México