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22 de julio de 2025 a las 23:00

El pollo frito: ¿Un peligro oculto?

Los nuggets de pollo, esos pequeños bocados dorados y crujientes, se han convertido en un elemento casi omnipresente en la alimentación infantil. Su atractivo visual, su sabor intenso y la facilidad con la que se comen los convierten en una opción recurrente para padres ocupados o niños con paladares exigentes. Sin embargo, detrás de esa apariencia inocente se esconde una realidad nutricional que merece ser examinada con detenimiento. No se trata de demonizar este alimento, sino de comprender sus implicaciones en la salud infantil y tomar decisiones informadas para ofrecer a nuestros hijos una dieta equilibrada y nutritiva.

El problema principal reside en la composición de los nuggets comerciales, esos que encontramos en los congeladores de los supermercados o en los menús infantiles de las cadenas de comida rápida. Lejos de ser una fuente significativa de proteína de calidad, como podría pensarse al estar elaborados con pollo, estos nuggets suelen contener una proporción sorprendentemente baja de carne magra. En su lugar, encontramos una mezcla de piel, cartílagos, restos de huesos triturados y una cantidad considerable de rellenos como harinas refinadas, almidones, grasas saturadas y un cóctel de aditivos y conservadores. Todo esto, por supuesto, rebozado en una crujiente capa de empanado y frito en abundante aceite, lo que dispara su contenido calórico y de grasas perjudiciales.

Imaginemos el impacto de este tipo de alimento en el organismo de un niño en pleno desarrollo. El exceso de calorías y grasas saturadas contribuye al aumento de peso y a la acumulación de grasa corporal, incrementando el riesgo de obesidad infantil y, a largo plazo, de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otros problemas metabólicos. El alto contenido de sodio presente en estos nuggets también es motivo de preocupación, ya que favorece la retención de líquidos y puede contribuir al desarrollo de hipertensión arterial en la edad adulta.

Además, la falta de nutrientes esenciales en estos productos ultraprocesados puede generar deficiencias nutricionales que afectan el crecimiento, el desarrollo cognitivo y el sistema inmunológico de los niños. Mientras se deleitan con estos bocados crujientes, pueden estar privándose de las vitaminas, minerales y fibra que les aportan las frutas, verduras, legumbres y otros alimentos frescos, tan necesarios para una salud óptima.

Pero no todo está perdido. La buena noticia es que existen alternativas saludables a los nuggets comerciales. Prepararlos en casa con pechuga de pollo fresca, empanarlos con pan integral y hornearlos o cocinarlos en una freidora de aire, nos permite controlar la calidad de los ingredientes y reducir drásticamente la cantidad de grasas y sodio. También podemos añadir verduras ralladas al empanado para aumentar su valor nutricional y hacerlos aún más atractivos para los pequeños.

Incluir nuggets caseros en la dieta infantil de forma ocasional, como parte de un menú variado y equilibrado, no tiene por qué ser perjudicial. La clave está en la moderación, en la elección de ingredientes de calidad y en la priorización de métodos de cocción saludables. De esta manera, podemos ofrecer a nuestros hijos un alimento que disfrutan sin comprometer su salud y bienestar a largo plazo. Informarse, ser conscientes de lo que consumimos y optar por alternativas saludables es la mejor forma de cuidar a nuestros pequeños y sentar las bases para una vida plena y saludable.

Fuente: El Heraldo de México