
22 de julio de 2025 a las 09:10
Domina tus impulsos: Guía práctica
En tiempos convulsos, donde la información fluye a raudales y la verdad se difumina entre la niebla de la manipulación, el concepto de "marcos de insensatez" propuesto por José Antonio Marina se erige como un faro en la oscuridad. No se trata simplemente de errores aislados, sino de auténticas estructuras de pensamiento, enmarañadas redes donde la desinformación, las emociones desbocadas y los sesgos cognitivos tejen una trampa de la que resulta difícil escapar. Pensemos, por ejemplo, en la escalada bélica entre Rusia y Ucrania. ¿Cómo se llegó a un punto de no retorno donde el diálogo fue silenciado por el estruendo de las bombas? La respuesta, aunque compleja, encuentra un eco en los "marcos de insensatez". La narrativa construida desde el Kremlin, alimentada por una retórica nacionalista y la distorsión de la historia, creó un marco impermeable a la razón, donde la invasión se presentaba como una "operación especial" necesaria para "liberar" al pueblo ucraniano.
Pero no es un fenómeno exclusivo de la geopolítica. Estos marcos se infiltran en todos los ámbitos de la vida, desde la economía hasta las relaciones personales. Las decisiones aparentemente irracionales, como la persistente inversión en energías fósiles a pesar de la evidencia del cambio climático, encuentran su explicación en la influencia de poderosos lobbies y la negación de la realidad por parte de ciertos sectores. ¿Cómo es posible que, ante la avalancha de datos científicos, se siga cuestionando la urgencia de transitar hacia un modelo energético sostenible? La respuesta, de nuevo, reside en la construcción de un "marco de insensatez", donde la protección de intereses económicos a corto plazo se impone a la búsqueda del bien común a largo plazo.
Marina, con agudeza, señala la distinción entre estar equivocado y ser insensato. El error es parte inherente a la condición humana, una consecuencia inevitable de nuestra capacidad limitada para procesar la información. La insensatez, en cambio, implica una resistencia activa a la verdad, una negación sistemática de la evidencia que contradice nuestras creencias preconcebidas. Y aquí, las redes sociales juegan un papel crucial. La proliferación de noticias falsas y la polarización extrema del debate público contribuyen a fortalecer estos "marcos de insensatez", creando burbujas informativas donde cada uno se refugia en sus propias certezas, inmune a cualquier argumento disidente.
¿Cómo combatir entonces esta epidemia de insensatez? Marina propone cultivar el espíritu crítico y la "apertura de mente", dos virtudes intelectuales que, en la era de la posverdad, se antojan más necesarias que nunca. No se trata de renunciar a nuestras convicciones, sino de estar dispuestos a cuestionarlas, a contrastarlas con la realidad y a modificarlas si la evidencia así lo exige. La humildad intelectual, la capacidad de reconocer nuestros propios errores y la disposición a aprender de los demás son antídotos poderosos contra la insensatez. En un mundo cada vez más complejo e interconectado, la capacidad de pensar críticamente y de construir puentes entre diferentes perspectivas se convierte en una habilidad esencial para navegar por las turbulentas aguas de la incertidumbre. Y es precisamente en este punto donde la educación, en su sentido más amplio, adquiere una importancia capital. Formar ciudadanos críticos, capaces de analizar la información con rigor y de tomar decisiones informadas, es la mejor vacuna contra la insensatez que azota nuestro tiempo.
Fuente: El Heraldo de México