
22 de julio de 2025 a las 11:00
Dile NO a la extorsión
La extorsión se ha convertido en una sombra que acecha a México, un cáncer que corroe el tejido social y económico del país. No se limita a un simple robo, es un asalto a la tranquilidad, a la libertad y al derecho fundamental de vivir sin miedo. Imaginen el impacto devastador en las familias, los pequeños negocios, los emprendedores, quienes, día a día, ven cómo el fruto de su trabajo, de su esfuerzo, es arrebatado por criminales que operan bajo la amenaza y la intimidación. Este delito, que se extiende como una plaga, no solo empobrece a sus víctimas directas, sino que también frena el desarrollo económico, desincentiva la inversión y genera un clima de incertidumbre que paraliza a comunidades enteras.
La iniciativa de la Presidenta Claudia Sheinbaum para reformar el marco legal que define y sanciona la extorsión es un paso firme y decidido en la dirección correcta. No se trata de una simple actualización de la ley, sino de una transformación profunda que busca dotar al Estado de las herramientas necesarias para combatir este flagelo con la contundencia que exige la situación. Se trata de cerrar las puertas a la impunidad y de enviar un mensaje claro a los extorsionadores: el Estado mexicano no tolerará más sus acciones.
La modernización del marco legal, con la creación de una Ley General contra la Extorsión, es crucial para unificar los criterios y las acciones en todo el territorio nacional. La homologación del tipo penal y el establecimiento de penas claras y contundentes son fundamentales para evitar lagunas legales y asegurar que los responsables sean juzgados con el rigor que merecen. Además, la coordinación entre la Fiscalía General de la República y las fiscalías estatales será vital para tejer una red de acción conjunta que permita perseguir y desmantelar las redes de extorsión de manera efectiva.
Un aspecto crucial de esta iniciativa es la posibilidad de que la extorsión se persiga de oficio, es decir, sin necesidad de que la víctima presente una denuncia. Entendemos el temor que paraliza a muchas víctimas, el miedo a represalias que las silencia. Con esta medida, el Estado se convierte en el principal defensor de los ciudadanos, asumiendo la responsabilidad de perseguir este delito y proteger a quienes lo sufren. Se trata de un cambio de paradigma que coloca a la víctima en el centro de la atención, brindándole la seguridad y el respaldo que necesita para romper el ciclo de la violencia y la intimidación.
Es importante destacar que las nuevas leyes del Sistema Nacional de Seguridad Pública y del Sistema Nacional de Investigación e Inteligencia, lejos de representar una amenaza a la privacidad de los ciudadanos, son herramientas indispensables para combatir la delincuencia. El acceso a comunicaciones telefónicas y digitales, bajo los procedimientos previstos por la ley y con el debido respeto a los derechos humanos, es esencial para rastrear y desmantelar las redes criminales que operan en la sombra. Las críticas infundadas que acusan al gobierno de espionaje solo buscan obstaculizar la lucha contra la delincuencia y favorecen, indirectamente, a quienes se lucran del miedo y la extorsión.
La facultad de rastrear la ruta del dinero y de intervenir las cuentas bancarias donde se deposita el producto de la extorsión es otro elemento clave de esta reforma. Golpear las finanzas del crimen organizado es esencial para debilitar sus estructuras y desarticular sus operaciones. Se trata de cortar de raíz el flujo de recursos que alimenta la violencia y la corrupción, y de enviar un mensaje contundente: el Estado mexicano está decidido a perseguir no solo a los autores materiales de la extorsión, sino también a quienes se benefician económicamente de este delito.
En conclusión, la iniciativa de la Presidenta Sheinbaum para combatir la extorsión es una apuesta decidida por la seguridad y el bienestar de todos los mexicanos. Es una oportunidad para construir un país más justo, más seguro y más próspero, donde la ley prevalezca sobre la impunidad y donde los ciudadanos puedan vivir sin el temor constante a la extorsión.
Fuente: El Heraldo de México