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22 de julio de 2025 a las 09:45

Destapando el Caso Bermúdez

La madeja de corrupción que se teje alrededor del caso Bermúdez Requena amenaza con desenmarañar mucho más que la carrera de un exsecretario de Seguridad. Las salpicaduras de este escándalo alcanzan las más altas esferas del poder, dejando al descubierto las grietas y fracturas dentro del proyecto obradorista, un proyecto que se jactaba de representar la honestidad y la transformación. ¿Honestidad? ¿Transformación? La realidad, como suele suceder, se impone con la crudeza de un informe de inteligencia militar, esos mismos informes que, al parecer, durmieron el sueño de los justos durante seis largos años.

Seis años. Un periodo suficiente para que la semilla de la corrupción germinara y echara raíces profundas en el sistema. Seis años en los que, presuntamente, Hernán Bermúdez Requena, amparado en la sombra de su cargo, operaba con la impunidad que le otorgaba la supuesta ignorancia –¿o complicidad?– de sus superiores. ¿Cómo es posible que el encargado de la seguridad de todo un estado estuviera, presuntamente, al frente de una organización criminal? ¿Acaso los mecanismos de control y supervisión fallaron estrepitosamente? ¿O acaso, y esto es lo más preocupante, se hicieron de la vista gorda?

La danza de responsabilidades políticas ha comenzado. El actual gobernador, Javier May, se lava las manos, apuntando con el dedo acusador a sus predecesores. Adán Augusto López Hernández y Carlos Merino, a su vez, se escudan en el desconocimiento. "No sabíamos nada", repiten como un mantra, una cantinela que suena a justificación barata, a evasión de responsabilidades. Pero la pregunta sigue en el aire, incómoda e insistente: ¿cómo es posible no saber? ¿No saber del hombre al que se le confió la seguridad de los ciudadanos? La negligencia, en este caso, es tan grave como la complicidad.

Y luego está el Ejército, esa institución a la que se le ha otorgado un poder sin precedentes en la vida civil. ¿Qué hicieron con la información que poseían? ¿Por qué guardaron silencio durante tanto tiempo? ¿Acaso esperaban el momento oportuno para actuar, o simplemente fueron cómplices pasivos de la trama? La tardía aparición de la ficha roja de la Interpol deja más preguntas que respuestas, sembrando la duda sobre la verdadera relación entre las Fuerzas Armadas y el poder civil. ¿Autonomía o subordinación? ¿Colaboración o conflicto?

Finalmente, el choque entre la presidenta Sheinbaum y el partido Morena añade otra capa de complejidad al escándalo. La tibia respuesta de López Hernández y el incondicional apoyo del partido contrastan con la cautela de la presidenta, obligada a caminar por la delgada línea que separa la justicia de la conveniencia política. ¿Logrará Sheinbaum mantener su promesa de no encubrir a nadie, o sucumbirá a las presiones internas? El futuro del caso Bermúdez, y quizás del propio proyecto obradorista, depende de la respuesta a esta pregunta. El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra.

Fuente: El Heraldo de México