Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

22 de julio de 2025 a las 09:15

CDMX: ¿Gentrificación o abandono?

La sombra de la gentrificación se cierne sobre la Ciudad de México, no como un fenómeno repentino e inexplicable, sino como la consecuencia de años de decisiones erróneas y manejos turbios de los recursos públicos. Un mismo grupo político, enquistado en el poder durante cinco administraciones, se encuentra hoy sin argumentos para justificar el abandono y el saqueo sistemático que ha sufrido la capital. Es necesario mirar hacia atrás, a la época en que la infraestructura que hoy sostiene a la ciudad –el complejo entramado del Metro, las emblemáticas unidades habitacionales, la vital Central de Abasto, los vibrantes mercados y la crucial infraestructura hidráulica– fue concebida y construida con una visión de modernidad y desarrollo, una visión que transformó la ciudad y le otorgó una estabilidad hoy en entredicho.

El germen de la gentrificación, ese proceso que desplaza a los habitantes tradicionales en favor de una nueva clase social con mayor poder adquisitivo, se puede rastrear hasta el gobierno de López Obrador como Jefe de Gobierno. La publicación del Bando 2, que restringió el desarrollo inmobiliario en 12 de las 16 delegaciones, impactó directamente el suelo urbano del corazón de la ciudad: Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza. Si bien la intención de proteger los suelos de conservación es loable, esta medida debió ir acompañada de políticas que garantizaran oportunidades de vivienda popular, un aspecto crucial que fue ignorado.

En lugar de atender las necesidades reales de la población, se priorizaron obras faraónicas y proyectos que, en muchos casos, terminaron en escándalos de corrupción y sobrecostos, como el segundo piso del Periférico, cuyos expedientes permanecen bajo un manto de opacidad. La trágica historia de la Línea 12 del Metro es otro ejemplo paradigmático: no solo evidenció la corrupción que carcome las entrañas del sistema, sino también las graves deficiencias técnicas que pusieron en riesgo la vida de los ciudadanos.

Más recientemente, en 2022, la firma de un acuerdo con la UNESCO para convertir a la Ciudad de México en un centro global para nómadas digitales, bajo la administración de Claudia Sheinbaum, agravó la problemática. Esta iniciativa, si bien no carece de aspectos positivos, se implementó sin la necesaria regulación ni planes de desarrollo urbano y vivienda, contribuyendo a la escalada de precios y la expulsión de los residentes tradicionales.

La tendencia es alarmante: desde la llegada de Morena al gobierno, la construcción de vivienda popular ha experimentado un drástico declive, pasando de 132 mil unidades en 2018 a tan solo 42 mil en 2024, y con una proyección aún más desoladora de 17 mil para 2025. La solución, que numerosos especialistas han planteado sin ser escuchados, reside en invertir en vivienda social con una planificación urbana sustentable que priorice el bienestar de la comunidad.

El modelo centralista impulsado por Morena ha debilitado la autonomía de las alcaldías, reduciendo sus facultades y concentrando el poder en el gobierno central. De los 11 trámites necesarios para construir un inmueble, nueve son autorizados por el gobierno central, dejando a las alcaldías relegadas a un papel meramente de supervisión. El impuesto predial, a diferencia de lo que ocurre en otros municipios, también es administrado por el gobierno central, que proyecta recaudar la exorbitante cifra de 26 mil millones de pesos en 2025.

No podemos permitir que la historia de la Ciudad de México se reduzca a un relato de obras inútiles y corrupción. La pregunta crucial que debemos plantearnos es: ¿a quién ha beneficiado realmente Morena en la CDMX? La respuesta, aunque dolorosa, es evidente: a los grandes desarrolladores inmobiliarios, no al pueblo que dice defender. El escenario que Morena está construyendo parece encaminado a justificar nuevas medidas recaudatorias, después de haber llevado al gobierno a la quiebra con su ineficiencia y corrupción. Una ineptitud que, en sí misma, es otra forma de corrupción, un saqueo silencioso que despoja a la ciudad y a sus habitantes de un futuro digno.

Fuente: El Heraldo de México