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22 de julio de 2025 a las 10:00

Aerolíneas en picada: ¿Quién las rescata?

La tormenta perfecta se cierne sobre la aviación mexicana. Lo que parecía una disputa por la construcción de un aeropuerto, ha escalado a un conflicto internacional con consecuencias devastadoras para la industria aérea nacional. La decisión del Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT, por sus siglas en inglés) de poner fin a la inmunidad antimonopolio de la alianza Delta-Aeroméxico es solo la punta del iceberg. Se trata de un golpe directo al corazón de la conectividad binacional, un maremoto que amenaza con arrastrar consigo años de cooperación y crecimiento compartido.

Las 40 páginas del documento firmado por el secretario Sean P. Duffy son un acta de acusación contra las políticas aeroportuarias mexicanas. El DOT no se anda con rodeos: acusa al gobierno mexicano de crear un ambiente regulatorio laxo y anticompetitivo, donde Aeroméxico ha podido acaparar slots y bloquear el acceso a la competencia. La subutilización de estos valiosos espacios aeroportuarios, mientras se mantienen fuera del alcance de otras aerolíneas, se presenta como una estrategia deliberada para asfixiar la competencia. El caso de las aerolíneas cargueras, con la reducción del tonelaje y el aumento de la participación de mercado de Aeroméxico, sirve como prueba irrefutable de estas prácticas.

El DOT señala con el dedo acusador a las políticas públicas, no a las aerolíneas. Reconoce que, en un entorno así, cualquier empresa habría buscado maximizar su ventaja competitiva. Delta y Aeroméxico simplemente jugaron con las reglas del juego, reglas impuestas por el propio gobierno mexicano. Ahora, la simbiosis que les permitía dominar el mercado binacional se considera improcedente, no por su culpa, sino por la de quienes diseñaron el tablero.

La tibia respuesta de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) ante la contundente postura del DOT no deja lugar a dudas: el gobierno mexicano parece dispuesto a abandonar a su suerte a la alianza Delta-Aeroméxico. El escenario que se vislumbra es sombrío. La disolución de la alianza, tal y como la conocemos, parece inevitable. Aunque las aerolíneas podrían mantener una colaboración superficial, compartiendo códigos y estrategias de marketing, la realidad es que sus caminos se separarán. La competencia por la participación de mercado las obligará a individualizar sus estrategias, debilitando su posición frente a gigantes como American y United. El panorama de la aviación binacional se transformará radicalmente.

Y esto es solo el principio. El DOT, envalentonado por la pasividad del gobierno mexicano, podría endurecer aún más el escrutinio y las regulaciones para las aerolíneas nacionales, allanando el camino para el dominio absoluto de las compañías estadounidenses. La aviación mexicana, asfixiada por decisiones políticas caprichosas, se verá relegada a un segundo plano mientras el mercado continúa su expansión. La apuesta por el AIFA y la cancelación del aeropuerto de Texcoco se presentan ahora como un costoso error de cálculo, un capricho que ha puesto en jaque la competitividad de la industria aérea nacional. El futuro de la conectividad entre México y Estados Unidos pende de un hilo, y la factura promete ser exorbitante. ¿Quién asumirá la responsabilidad de este desastre? ¿Qué medidas se tomarán para mitigar el daño? El tiempo dirá.

Fuente: El Heraldo de México