
23 de julio de 2025 a las 01:45
Adiós a una leyenda de la risa.
La repentina muerte de Tommy Cooper en directo conmocionó al mundo y dejó una profunda huella en la historia de la comedia. Aquel 15 de abril de 1984, millones de espectadores presenciaron sin saberlo el último acto de un genio del humor. Lo que comenzó como una noche más de entretenimiento en el programa "Live from Her Majesty’s" se transformó en una tragedia que aún hoy, décadas después, sigue generando debate y consternación.
La imagen de Cooper desplomándose en el escenario, con su característico fez rojo y su abrigo holgado, se grabó a fuego en la memoria colectiva. Inicialmente, tanto el público como sus compañeros en el escenario, incluido el presentador Jimmy Tarbuck, creyeron que el desvanecimiento formaba parte del espectáculo, una broma más de su repertorio de torpezas calculadas. Las risas, sin embargo, se fueron apagando a medida que los segundos transcurrían y la figura de Cooper permanecía inmóvil sobre las tablas. La confusión inicial dio paso al horror cuando la realidad se hizo evidente: Tommy Cooper, el maestro de la magia fallida, había sufrido un infarto fulminante ante los ojos de una audiencia atónita.
La decisión del director de mantener la transmisión durante esos largos e incómodos segundos antes de ir a la pausa comercial, alimentó la controversia y generó un debate ético que aún perdura. ¿Fue una falta de respeto al artista? ¿Un error de juicio en medio del caos? Las preguntas siguen sin una respuesta definitiva, pero lo cierto es que esas imágenes se convirtieron en un testimonio crudo e impactante de la fragilidad de la vida, incluso bajo las brillantes luces del espectáculo.
Más allá de la tragedia, la vida de Tommy Cooper fue una fascinante mezcla de talento, carisma y contradicciones. Su humor, aparentemente sencillo, se basaba en una precisa sincronización y un dominio absoluto del lenguaje corporal. Sus trucos de magia "fallidos", lejos de ser improvisados, eran el resultado de años de práctica y una comprensión profunda del ritmo cómico. Cooper construyó su carrera a base de risas generadas a partir de la torpeza, convirtiendo el error en un arte y conectando con un público que se veía reflejado en sus desventuras escénicas.
Sin embargo, detrás de la fachada del humorista exitoso, se escondía una batalla personal contra el alcoholismo. El consumo excesivo, que comenzó como una forma de combatir el nerviosismo antes de las actuaciones, se convirtió en una adicción que afectó su salud y sus relaciones. A pesar de los intentos por controlar su dependencia, el alcohol dejó una profunda huella en su vida, contribuyendo al deterioro físico que finalmente lo llevó a la muerte.
El legado de Tommy Cooper trasciende la tragedia de su fallecimiento. Su influencia en generaciones de comediantes es innegable. Su estilo único, su ingenio y su capacidad para encontrar el humor en lo cotidiano lo convirtieron en un ícono de la comedia británica. Recordarlo es celebrar la risa, pero también reflexionar sobre la importancia de cuidar la salud física y mental, incluso en el frenético mundo del espectáculo. Tommy Cooper, el mago que hacía reír con sus fracasos, nos dejó una lección invaluable: la vida, como un truco de magia, puede desvanecerse en un instante.
Fuente: El Heraldo de México