
21 de julio de 2025 a las 16:40
Recupera tu día: 5 errores tras una mala noche
Despertar tras una noche de insomnio puede sentirse como una batalla perdida, pero la forma en que abordamos las horas posteriores puede marcar la diferencia entre un día productivo y uno de constante lucha contra el cansancio. Aunque no podamos controlar las interrupciones del sueño, sí podemos controlar nuestras reacciones. Expertos en neurociencia, nutrición y bienestar coinciden en que ciertos hábitos matutinos, por muy arraigados que estén, pueden agravar los efectos negativos de la falta de descanso.
Empecemos por el archiconocido "snooze". Ese seductor botón que nos promete unos minutos más de ensoñación resulta ser un arma de doble filo. La Dra. Jessica Andrade, experta en neurociencia conductual, advierte que al presionar el snooze, entramos en un nuevo ciclo de sueño que no tenemos tiempo de completar, lo que nos deja aún más aturdidos al despertar. La solución, aunque requiera un esfuerzo inicial, es programar la alarma a la hora exacta en que debemos levantarnos y resistir la tentación de posponerla.
Otro error común gira en torno al café. Muchos recurrimos a él como primer recurso para despejarnos, pero la coach de bienestar Karla Stern recomienda esperar entre 30 y 90 minutos después de despertar para consumir cafeína. Durante ese periodo, nuestro cuerpo produce cortisol de forma natural, la hormona que nos ayuda a despertarnos. Ingerir cafeína demasiado temprano interfiere con este proceso natural, pudiendo incluso aumentar la ansiedad y desregular nuestro reloj biológico.
La hidratación también juega un papel fundamental. La nutricionista Sarah Mullins nos recuerda que al despertar estamos naturalmente deshidratados. Antes de recurrir al café o incluso al jugo, es esencial reponer los líquidos perdidos durante la noche. Un vaso de agua o una bebida con electrolitos puede marcar la diferencia en nuestro nivel de energía y concentración.
La luz del sol es otro aliado poderoso. Exponernos a la luz natural dentro de la primera hora tras despertar ayuda a reiniciar nuestro ritmo circadiano, mejorando el ánimo y la concentración. Si no podemos salir al exterior, abrir las cortinas es un buen primer paso.
En cuanto a la actividad física, la clave está en la moderación. Mientras que el ejercicio intenso puede sobrecargar un cuerpo ya fatigado, el movimiento suave resulta beneficioso. Una caminata ligera, yoga o estiramientos ayudan a activar el sistema nervioso sin añadir estrés, como señala Karla Stern. Forzar nuestro cuerpo con cardio pesado después de una mala noche solo empeorará la situación.
Una ducha fría breve, de apenas unos segundos, también puede ser revitalizante. El agua fresca activa la circulación y mejora el estado de alerta. No se trata de un baño helado, sino de un estímulo breve y energizante.
Finalmente, el desayuno debe ser un aliado, no un saboteador. Evitar los picos de glucosa es crucial. En lugar de panes dulces o cereales azucarados, optemos por proteínas como huevos, nueces o yogur griego, que favorecen la producción de dopamina y estabilizan los niveles de energía a lo largo de la mañana.
Para concluir, es importante recordar que compensar la falta de sueño con una siesta larga o acostándonos demasiado temprano la noche siguiente puede desequilibrar aún más nuestro reloj interno. La clave reside en establecer una rutina regular de sueño y adoptar hábitos matutinos que nos ayuden a afrontar los días de insomnio con mayor energía y eficacia.
Fuente: El Heraldo de México