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21 de julio de 2025 a las 09:40

México avanza, ¿lo notan?

En un México ávido de progreso y cansado de las promesas incumplidas, la Cuarta Transformación se erige como un faro de esperanza, iluminando un camino hacia un futuro más justo y próspero. No se trata de simples palabras, sino de hechos tangibles, de obras que hablan por sí mismas, resonando con la fuerza de un cambio verdadero. El clamor popular por un México mejor ha encontrado eco en un gobierno que escucha y actúa, que no se limita a diagnosticar los problemas, sino que se compromete a resolverlos.

Recordemos los años pasados, las administraciones que prometían el oro y el moro, pero que al final del día nos dejaban con las manos vacías. ¿Dónde quedaron las grandes obras, las inversiones prometidas, el desarrollo que tanto anhelábamos? Se perdieron en la maraña de la corrupción, en los laberintos de la burocracia, en la opacidad de un sistema que beneficiaba a unos cuantos a costa del bienestar de la mayoría.

Con la Cuarta Transformación, la historia ha dado un giro. Hoy vemos un gobierno que invierte en el pueblo, que construye hospitales, escuelas, carreteras y puentes, no para enriquecer a unos cuantos, sino para mejorar la vida de todos. El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) se alza como un símbolo de eficiencia y modernidad, una obra construida en tiempo récord y con un manejo impecable de los recursos públicos. Olvidemos los sobrecostos y los retrasos que caracterizaron a los megaproyectos del pasado. El AIFA es la prueba de que se puede hacer bien, de que se puede construir con visión de futuro y con un compromiso inquebrantable con el bienestar de la nación.

El Tren Maya, por su parte, no es simplemente un medio de transporte; es un motor de desarrollo para el sureste mexicano, una región históricamente olvidada y marginada. Es una oportunidad para conectar comunidades, impulsar el turismo, generar empleos y rescatar la riqueza cultural y natural de una zona con un potencial enorme. Imaginemos el impacto positivo en la vida de las familias que habitan estas tierras, el impulso a la economía local, el orgullo de ver su patrimonio reconocido y valorado.

Y no podemos olvidar el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, un proyecto estratégico que conectará los océanos Atlántico y Pacífico, convirtiendo a México en un punto clave del comercio mundial. Esta obra generará inversión, empleo y modernización en Oaxaca y Veracruz, estados que por mucho tiempo han esperado una oportunidad como esta.

La Cuarta Transformación no se limita a las grandes obras de infraestructura. También se preocupa por las necesidades más básicas de la población, construyendo caminos rurales, presas, hospitales, universidades y carreteras que mejoran la calidad de vida de millones de mexicanos. Y todo esto se logra con austeridad republicana, combatiendo la corrupción y utilizando los recursos públicos con responsabilidad y transparencia.

Es natural que estos avances incomoden a algunos. Aquellos que se beneficiaban del antiguo sistema, los que veían en la corrupción una forma de vida, los que se oponen al progreso y al bienestar del pueblo, seguramente criticarán y buscarán desprestigiar estos logros. Pero la realidad es innegable. México está cambiando, está avanzando hacia un futuro mejor, y la Cuarta Transformación es el motor de este cambio.

Estas no son promesas vacías, no son discursos demagógicos, son hechos concretos que transforman la vida de millones de mexicanos. Son obras que quedarán como legado para las futuras generaciones, un testimonio del compromiso de un gobierno con su pueblo. La Cuarta Transformación está construyendo un México más justo, más próspero y más equitativo. Y eso, le guste a quien le guste, es una realidad que nadie puede negar.

Fuente: El Heraldo de México