
21 de julio de 2025 a las 09:55
¿Justicia o Populismo?
La justicia, ese pilar fundamental de una sociedad equitativa, se encuentra hoy en día tambaleante. Debería ser un acto puramente técnico, un ejercicio de aplicación imparcial de la ley, ajeno a las turbulencias de la política. Sin embargo, asistimos a una preocupante intromisión de la ideología y la conveniencia en el ámbito judicial, contaminando su esencia y poniendo en jaque la seguridad jurídica. Ya no se juzga con base en la ley, sino en función de presiones sociales, mediáticas, o incluso, de negociaciones ocultas. El resultado es una justicia a la carta, donde el veredicto depende más del favor o la animadversión del juez que del estricto apego a la legalidad. ¿Qué podemos esperar de un sistema donde la balanza de la justicia se inclina ante el peso de la influencia y no de la razón?
Este fenómeno se agrava con el auge del populismo, una corriente que se caracteriza por la concentración del poder en una figura mesiánica, rodeada de una masa que le rinde pleitesía sin cuestionamientos. El populista, hábil en el arte de la manipulación, reparte dádivas y controla la opinión pública para asegurar su hegemonía. En este escenario, los jueces, con su formación rigurosa y su independencia de criterio, representan un obstáculo para el control absoluto que ansía el populismo. Son figuras difíciles de doblegar, acostumbradas a la presión y fieles a la ley, incluso cuando esta se contrapone a los deseos del líder. Por eso, el populismo se ha propuesto desmantelar la independencia judicial, reemplazando a los jueces imparciales por marionetas políticas que obedecen ciegamente las directrices del poder.
La consecuencia de esta intromisión política en la justicia es la erosión del Estado de derecho y, por ende, de la democracia misma. Vivimos un momento oscuro para el Poder Judicial a nivel global. La ambición desmedida de control por parte de los gobiernos populistas ha silenciado las voces plurales y ha impuesto la obediencia ciega como valor supremo. Ante esta crisis institucional, no basta con un análisis jurídico o político. Se requiere una visión multidisciplinaria que, a través del empoderamiento ciudadano, frene el avance del populismo y rescate la verdad en todos los ámbitos, incluyendo, por supuesto, el judicial. Es imperativo que la sociedad tome conciencia de la gravedad de esta situación y se movilice para defender la independencia judicial, garantía fundamental de una sociedad justa y democrática. De lo contrario, nos arriesgamos a vivir en un mundo donde la justicia sea un mero instrumento del poder, y la ley, una letra muerta.
La lucha por la justicia no es una tarea exclusiva de los abogados o los jueces. Es una responsabilidad compartida por todos los ciudadanos que anhelamos una sociedad donde prevalezca la verdad y la equidad. Es hora de alzar la voz y exigir que la justicia vuelva a ser ciega, imparcial y ajena a las presiones políticas. El futuro de la democracia depende de ello.
Fuente: El Heraldo de México