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21 de julio de 2025 a las 05:35

Error fatal: ¿Cuándo NO abrir la ventana en verano?

El verano, sinónimo de sol, vacaciones y días largos, también trae consigo el desafío ineludible del calor. Ese calor sofocante que nos impulsa a buscar refugio en la sombra y a anhelar una brisa fresca que nos alivie. Y, ¿qué es lo primero que hacemos instintivamente? Abrir las ventanas de par en par, esperando que el aire circule y refresque nuestro hogar. Sin embargo, este gesto, aparentemente lógico, puede ser contraproducente si no se realiza en el momento adecuado.

Imaginen la escena: el sol en su cenit, irradiando con toda su fuerza, calentando el asfalto, las paredes de los edificios, el aire mismo que nos rodea. En ese preciso instante, abrir las ventanas es como invitar al calor a entrar, a invadir nuestro santuario de frescor. Es como si abriéramos la puerta del horno en plena cocción, dejando escapar ese calor abrasador que hemos estado conteniendo. En lugar de refrescar la casa, lo que conseguimos es justo lo contrario: un aumento de la temperatura interior, haciendo aún más difícil lograr un ambiente confortable.

Este efecto se intensifica en viviendas con un aislamiento deficiente, aquellas que parecen absorber el calor del exterior como esponjas. En estas casas, la lucha contra el calor se convierte en una batalla cuesta arriba, donde cada grado cuenta. Pero no se desesperen, existen estrategias sencillas y efectivas para mantener a raya al calor sin recurrir a un consumo excesivo de energía.

La clave reside en la ventilación estratégica. No se trata simplemente de abrir las ventanas, sino de hacerlo en el momento oportuno. Las primeras horas de la mañana, antes de que el sol despliegue toda su potencia, y al caer la noche, cuando las temperaturas comienzan a descender, son los momentos ideales para ventilar la casa. En estas franjas horarias, el aire exterior, más fresco, actúa como un bálsamo, renovando el ambiente y disipando el calor acumulado durante el día.

Un truco infalible para optimizar la ventilación es generar corrientes de aire. Abriendo ventanas y puertas opuestas, permitimos que el aire fresco circule libremente, llevándose consigo el aire caliente y estancado. Imaginen una suave brisa recorriendo la casa, refrescando cada rincón y creando una sensación de bienestar.

Además de la ventilación estratégica, existen otros pequeños gestos que pueden marcar la diferencia. Utilizar cortinas o persianas para bloquear la entrada directa del sol, especialmente durante las horas de mayor insolación, puede reducir significativamente la temperatura interior. Del mismo modo, apagar las luces y los aparatos electrónicos que no estemos utilizando evita la generación de calor adicional.

En definitiva, la batalla contra el calor veraniego se libra en los detalles. Pequeños cambios en nuestra rutina, como ventilar en los momentos adecuados, pueden transformar nuestro hogar en un oasis de frescor, sin necesidad de disparar el consumo energético y, por ende, la factura de la luz. Así que, este verano, olvídense de abrir las ventanas a pleno sol y adopten la ventilación estratégica. Su bolsillo y su confort se lo agradecerán. Y recuerden, mantener la casa fresca no es una utopía, sino una cuestión de estrategia.

Fuente: El Heraldo de México