
21 de julio de 2025 a las 09:30
Domina el arte de delegar (y no microgestionar)
Muchas mujeres en posiciones de liderazgo, a pesar de su brillantez y capacidad, comparten una confesión en momentos de vulnerabilidad: la dificultad para delegar. Superficialmente, podría parecer un rasgo de personalidad, una tendencia innata al control. Sin embargo, un análisis más profundo revela una historia de experiencias que las han llevado a asumir la responsabilidad total, motivadas por la negligencia, la traición o la decepción en sus relaciones personales y profesionales. El resultado es la pérdida de confianza en los demás y la adopción del "síndrome de la superheroína", esa necesidad de hacerlo todo a la perfección sin aceptar ayuda.
En el ámbito profesional, esta conducta se ha normalizado bajo el término "micromanagement". Sin embargo, esta práctica ha dejado de ser valorada, especialmente en roles de liderazgo, ya que impide escuchar otras perspectivas, fomentar la confianza en el equipo y permitir el desarrollo individual de sus miembros. Detrás de la búsqueda de la excelencia y el control se esconde un miedo profundo: el temor a soltar, a ser decepcionadas nuevamente, a que las cosas no salgan como se espera. Esa coraza protectora que les permite decir "yo lo hago", "nadie lo va a hacer como yo" o "así es más rápido", esconde la pérdida de una oportunidad invaluable: liderar desde la autenticidad.
Cuando un líder se aferra al "solo yo puedo", no habla desde la fortaleza, sino desde la herida. Y liderar desde la herida convierte al control en un escudo. La búsqueda de resultados impecables y la pasión por el trabajo son admirables, pero la desconfianza limita el crecimiento, la creación de equipos sólidos, la inspiración y el liderazgo efectivo. Impide, además, el descanso y la dedicación a otras áreas importantes de la vida.
Romper este ciclo es posible. Existen claves prácticas para experimentar la confianza en el entorno profesional de forma segura y consciente:
1. Delegar desde las fortalezas: Conocer a fondo al equipo, identificar los talentos, habilidades y pasiones de cada miembro es fundamental. Delegar no es simplemente soltar tareas, sino brindar oportunidades alineadas con las capacidades individuales. Es potenciar el brillo de cada persona.
2. Establecer metas, no instrucciones: No se trata de dictar el "cómo", sino de escuchar las propuestas, las diferentes maneras de alcanzar el objetivo. Guiar, cuestionar si es necesario, pero permitiendo la autonomía y la creatividad. Un verdadero líder acompaña y apoya cuando se le solicita, no supervisa cada minuto.
3. Reconocer el éxito compartido: El logro de un miembro del equipo es también un logro del líder. Impulsar el triunfo de otros es parte esencial del liderazgo. Celebrar los éxitos compartidos fortalece la confianza y la cohesión del grupo.
Liderar desde la confianza es un acto de sanación, una forma de evitar que las heridas del pasado dicten el presente. El verdadero poder no reside en hacerlo todo, sino en crear espacios donde otros puedan brillar. Un buen liderazgo implica soltar con conciencia, elegir con claridad, acompañar con empatía y sanar lo suficiente para volver a confiar. Es un camino de crecimiento personal y profesional que transforma no solo al líder, sino a todo el equipo.
Fuente: El Heraldo de México