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21 de julio de 2025 a las 09:40

Desmintiendo los datos: ¿Qué metodología es la correcta?

En el complejo mundo de las telecomunicaciones, las cifras bailan al son de diferentes melodías. Recientemente, la aparente discrepancia entre los datos que los operadores móviles presentan a la Bolsa y los que entregan al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) ha generado un eco mediático que, si bien busca la transparencia, se tiñe de un sensacionalismo que simplifica una realidad multifacética. No se trata de un juego de sombras y ocultamientos, sino de la aplicación de distintos lenguajes contables y regulatorios, cada uno con su propia gramática y vocabulario.

Imaginemos a un chef preparando un exquisito plato. Para el comensal, la receta se resume en una lista de ingredientes y un proceso simplificado. Sin embargo, para el chef, la preparación implica un conocimiento profundo de técnicas culinarias, temperaturas precisas y una orquestación de sabores que escapa a la simple descripción del menú. De igual manera, las cifras presentadas a la Bolsa, destinadas a inversionistas, siguen los ritmos del mercado financiero, mientras que los datos entregados al IFT se ajustan a la partitura regulatoria. Son dos versiones de una misma realidad, pero vistas desde ángulos distintos, con lentes que enfocan diferentes aspectos.

La aparente contradicción entre ambos reportes no es un síntoma de irregularidades, sino un reflejo de la complejidad inherente al sector. Cada operador, como un músico interpretando una partitura, aplica su propia interpretación de las normas contables y regulatorias. Pensar que todas las empresas deben tocar la misma nota, con la misma intensidad, es desconocer la riqueza de la orquesta y la diversidad de instrumentos que la componen.

La clave para disipar las dudas no reside en la búsqueda de culpables, sino en la armonización de los lenguajes. El IFT tiene la oportunidad de afinar la orquesta, clarificando las metodologías y estableciendo un lenguaje común que permita una lectura más precisa de las cifras. Es necesario dotar al sector de una mayor transparencia, no solo en los datos, sino también en los métodos utilizados para obtenerlos.

Un punto crucial en esta discusión es la definición de "línea activa". La falta de una definición clara y universalmente aceptada permite la inclusión de millones de líneas que, en la práctica, podrían estar inactivas. Imaginemos una biblioteca con millones de libros, pero sin un sistema de catalogación eficiente. ¿Cómo saber cuáles libros están disponibles y cuáles no? La falta de una definición precisa de "línea activa" genera una distorsión en las estadísticas, dificultando la comprensión real del mercado.

En lugar de alimentar la narrativa del escándalo, debemos enfocarnos en la construcción de un marco regulatorio más robusto y transparente. La transparencia no se limita a la publicación de cifras, sino que implica la claridad en los métodos y la posibilidad de verificar la información. El sensacionalismo, como un ruido ensordecedor, nos impide escuchar la melodía real del sector, una melodía compleja que requiere un análisis profundo y una comprensión integral de sus diferentes matices.

Fuente: El Heraldo de México